Un viaje en avión, como en cualquier otro
medio de transporte comercial a esta altura de la historia, debe ser
aburrido. Quedaron atrás los tiempos del romanticismo y de la aventura,
entre otras cosas porque es imposible pensar en romanticismo dentro de
un cilindro de aluminio y plástico apretujado con cien o más personas,
también apretujadas, y en cuanto a la aventura, mejor tenerla lejos en
estos tiempos de terrorismo y megacatástrofes.
La época de los grandes viajes, con
servicios de lujo y la magia de volar abandonando la tierra y sus duras
cadenas definitivamente terminó. La mataron los jets, el terrorismo, las
crisis petroleras, la desregulación, las empresas de bajo costo y la
sociedad de masas. A cambio de que millones de empleados de clase media
puedan tener vacaciones en las playas del Caribe o visitar a sus
familias hubo que aceptar la propuesta de Laker, que decía que un avión
no se diferencia de un tren suburbano.
Incluso si miramos bien las “lujosas”
primeras clases de los aviones de hoy, veremos un ambiente mucho más
parecido a una oficina que a un salón de fiestas, que era lo que querían
emular los grandes paquebotes o el Expreso de Oriente, que sí tenían
claro el romanticismo de los viajes.
No obstante esta dura realidad, la magia de
volar y los viajes románticos nunca desaparecieron del imaginario
universal y algunas empresas tratan de reeditarlas cada tanto.
Dentro de este grupo Air France es, a mi
juicio, una de las más destacadas. La imagen que acompaño es un poster
titulado El sueño azul (Le rêve blue) que plantea con gran
economía de medios una idealización poética del vuelo romántico
difícilmente igualable. Fue publicada en 1977 (una fecha en la que ya
existía el Jumbo) y su autor es Raymond Savignac (1907-2002), uno de los
grandes de la ilustración mundial.
Con el correr de los años la empresa
francesa (que hoy por hoy no es tan francesa porque está abierta al
capital internacional) ha realizado diversas campañas en las que ha
potenciado la idea mágica del vuelo y el placer que significa. En 1999
lanzó una campaña con el lema faire du ciel le plus bel endroit de la
terre, que podría traducirse como “hacer del cielo el más hermoso
lugar de la tierra (ver
aquí),
que este año dio a luz la película L’envol (El despegue),
basada en la danza y la música de Mozart.
Buenos Aires 23 de
Diciembre de 2011