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Historias de Operadores Turísticos: Metrotur

Una de estafadores

Propaganda de Metrotur publicada el 15DIC1991 en el diario La Nación de Buenos Aires  (imagen: archivo  Pablo Luciano Potenze).

 

Texto de Pablo Luciano Potenze  / potenze@gacetaeronautica.com

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Cuando una publicidad —de aviación o de cualquier otra cosa— tiene palabras de agradecimiento o de elogio a las autoridades, es sano desconfiar…

Es sabido que el transporte aéreo no existe separado de la política y que las empresas, para volar, necesitan permisos. Esta realidad es una de las primeras causas históricas de muchas distorsiones de la industria, porque en infinidad de casos el otorgamiento, o la negación, de los permisos de vuelos han servido a los gobiernos para favorecer o perjudicar a amigos, socios, adversarios y enemigos. En un mundo liberal, tal como lo imaginó Adam Smith, el gobierno está para otra cosa.

La Argentina es un buen ejemplo histórico de estos abusos. Ha habido muy pocas épocas —o quizás ninguna— en las que las reglas del juego fueron claras para todos.

El período de las dos presidencias de Menem (1989-2009) aportó bastante a esta confusión. La privatización de Aerolíneas Argentinas dio a luz un grupo empresario, controlado por Iberia, que acaparó casi la totalidad del tráfico de bandera nacional, pero las limitaciones e ineficiencias de éste hicieron que el gobierno ensayara una especie de plan de alternativa para el caso de que todo se cayera.

Este plan, que nunca fue publicado ni anunciado pero que se vio en los hechos y en algunos decretos, consistió en permitir la aparición y el crecimiento de nuevos operadores, como todo en esa época, sin ningún tipo de control.

En la temporada 1991/92 los charters fueron la estrella del turismo. Aparecieron muchas ofertas, con dos destinos estrella, Miami y Florianópolis. La explicación de esta tendencia hay que buscarla en la paridad cambiaria del peso con el dólar y la quiebra de Pan American, que dejó de volar a principios de diciembre de 1991, reduciendo la oferta tradicional.

En el fondo todo tenía una fuerte dosis de confusión, pero como los precios eran muy buenos, los pasajeros estaban dispuestos a viajar con operadores de los que no tenían ninguna referencia.

El aviso que mostramos hoy, publicado en La Nación del 15 de diciembre de 1991 y repetido en muchos otros medios del país, ofrece excursiones a Miami y Orlando con vuelos charter.

Empieza agradeciendo al presidente Menem por el rumbo político y económico implementado, presenta su oferta y sus precios, pero no queda en ningún lado muy claro quién es el responsable de la oferta, si World Airways —que era el operador aéreo norteamericano contratado como tal— o Metrotur, que era el operador turístico local

Si las cosas hubieran salido bien, hubiera sido un charter confuso más que habría pasado sin pena ni gloria. Los pasajeros hubieran vuelto después de unas semanas de vacaciones en el primer mundo con las valijas llenas y unas cuantas fotos tomadas en Disney.

Un DC-10 de World Airlines operando para Metrotur estacionado en Ezeiza a principios de 1992 (foto: Pablo Luciano Potenze).

Pero las cosas salieron mal. El 20 de febrero, los pasajeros de Metrotur que llegaron al aeropuerto de Miami encontraron que su vuelo había sido cancelado porque la empresa argentina no le había pagado sus servicios a World, y ésta había suspendido su prestación. De vuelta a su hotel comprobaron que éste también estaba reclamando pagos, y así se conoció una estafa que afectó a más de 600 pasajeros que quedaron varados en Miami. Y a muchos otros que no pudieron iniciar su viaje. También fueron afectados los medios que habían publicado publicidad, y otros proveedores que tenían cuentas pendientes.

Metrotur y sus socios actuaban en el ambiente argentino desde hacía varios años. No tenían mucho prestigio, e incluso AAAVYT, la cámara de las agencias de viaje, le había negado su afiliación, pero las autoridades turísticas autorizaron el funcionamiento de la empresa, y la Dirección Nacional de Transporte Aerocomercial la realización de los vuelos.

Así las cosas, ocurrió lo que ocurrió, y la Justicia debió actuar ante un hecho consumado, cuando los estafadores ya habían desaparecido.

Buenos Aires 24 de Enero de 2011



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