Cuando una publicidad
—de aviación o de cualquier otra cosa— tiene palabras de agradecimiento
o de elogio a las autoridades, es sano desconfiar…
Es sabido que el transporte aéreo no existe separado de la política y
que las empresas, para volar, necesitan permisos. Esta realidad es una
de las primeras causas históricas de muchas distorsiones de la
industria, porque en infinidad de casos el otorgamiento, o la negación,
de los permisos de vuelos han servido a los gobiernos para favorecer o
perjudicar a amigos, socios, adversarios y enemigos. En un mundo
liberal, tal como lo imaginó Adam Smith, el gobierno está para otra
cosa.
La Argentina es un buen ejemplo histórico de estos abusos. Ha habido muy
pocas épocas —o quizás ninguna— en las que las reglas del juego fueron
claras para todos.
El período de las dos presidencias de Menem (1989-2009) aportó bastante
a esta confusión. La privatización de Aerolíneas Argentinas dio a luz un
grupo empresario, controlado por Iberia, que acaparó casi la totalidad
del tráfico de bandera nacional, pero las limitaciones e ineficiencias
de éste hicieron que el gobierno ensayara una especie de plan de
alternativa para el caso de que todo se cayera.
Este plan, que nunca fue publicado ni anunciado pero que se vio en los
hechos y en algunos decretos, consistió en permitir la aparición y el
crecimiento de nuevos operadores, como todo en esa época, sin ningún
tipo de control.
En la temporada 1991/92 los charters fueron la estrella del turismo.
Aparecieron muchas ofertas, con dos destinos estrella, Miami y
Florianópolis. La explicación de esta tendencia hay que buscarla en la
paridad cambiaria del peso con el dólar y la quiebra de Pan American,
que dejó de volar a principios de diciembre de 1991, reduciendo la
oferta tradicional.
En el fondo todo tenía una fuerte dosis de confusión, pero como los
precios eran muy buenos, los pasajeros estaban dispuestos a viajar con
operadores de los que no tenían ninguna referencia.
El aviso que mostramos hoy, publicado en La Nación del 15 de diciembre
de 1991 y repetido en muchos otros medios del país, ofrece excursiones a
Miami y Orlando con vuelos charter.
Empieza agradeciendo al presidente Menem por el rumbo político y
económico implementado, presenta su oferta y sus precios, pero no queda
en ningún lado muy claro quién es el responsable de la oferta, si World
Airways —que era el operador aéreo norteamericano contratado como tal— o
Metrotur, que era el operador turístico local
Si las cosas hubieran salido bien, hubiera sido un charter confuso más
que habría pasado sin pena ni gloria. Los pasajeros hubieran vuelto
después de unas semanas de vacaciones en el primer mundo con las valijas
llenas y unas cuantas fotos tomadas en Disney.
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Un DC-10 de World Airlines operando
para Metrotur estacionado en Ezeiza a principios de 1992 (foto: Pablo
Luciano Potenze). |
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Pero las cosas salieron
mal. El 20 de febrero, los pasajeros de Metrotur que llegaron al
aeropuerto de Miami encontraron que su vuelo había sido cancelado porque
la empresa argentina no le había pagado sus servicios a World, y ésta
había suspendido su prestación. De vuelta a su hotel comprobaron que
éste también estaba reclamando pagos, y así se conoció una estafa que
afectó a más de 600 pasajeros que quedaron varados en Miami. Y a muchos
otros que no pudieron iniciar su viaje. También fueron afectados los
medios que habían publicado publicidad, y otros proveedores que tenían
cuentas pendientes.
Metrotur y sus socios actuaban en el ambiente argentino desde hacía
varios años. No tenían mucho prestigio, e incluso AAAVYT, la cámara de
las agencias de viaje, le había negado su afiliación, pero las
autoridades turísticas autorizaron el funcionamiento de la empresa, y la
Dirección Nacional de Transporte Aerocomercial la realización de los
vuelos.
Así las cosas, ocurrió lo que ocurrió, y la Justicia debió actuar ante
un hecho consumado, cuando los estafadores ya habían desaparecido.
Buenos Aires 24 de
Enero
de 2011