Franceses e ingleses
viven una rivalidad milenaria, que conoció todos los matices y todas las
variantes de estas cuestiones. Entre 1337 y 1453 ocurrió la guerra de
los cien años, y antes y después de este punto crucial hubo muchos
enfrentamientos militares y de otros tipos, salpicados por épocas de paz
con bodas reales de conveniencia.
El siglo XX los encontró del mismo lado en las dos guerras mundiales, y
podría decirse que lo que alguna vez fue una cuestión militar de fondo
se fue haciendo más liviana, quedando, eso sí, todo tipo de disputas
comerciales y deportivas. Lo normal.
Ambos países tuvieron proyectos aeronáuticos propios, que incluyeron la
construcción de aviones, la creación de fuerzas aéreas y la operación de
aerolíneas. Compitieron con todo en la ruta del Canal de la Mancha, que
alguna vez fue la más transitada del mundo, y quedan para la historia
nombres como Air Union, Farman, AT&T, British Airways (la de los años
treinta), BEA y muchas otras.
Lo curioso es que las industrias de ambos países estuvieron lejos de ser
brillantes, y sus aviones por lo general fueron muy limitados. Muy pocos
productos franceses e ingleses fueron exitosos en el mundo, y sus ventas
fueron más que nada el fruto de operaciones comerciales en países de
segunda línea, y sobre todo en el caso de los británicos, transacciones
dentro de su imperio colonial. Quizás la conciencia de estas
limitaciones los haya llevado a un proceso de integración de sus
industrias, que dio frutos como el Concorde y finalmente los Airbus.
El Vickers Viscount fue, probablemente, el avión de pasajeros inglés más
exitoso de la historia. Se fabricaron casi 450 unidades, lo que le da el
título de haber sido el que más aceptación tuvo, porque si bien lo
compraron todos los miembros del ex Imperio británico, también tuvo
buenas ventas en Estados Unidos, Europa y el resto del mundo. Además,
para su época, fue un avión revolucionario. Sin duda un grande de la
ingeniería.
Al mismo tiempo los franceses no daban pie con bola, y sus aviones
comerciales de esa época —pistoneros, sin presurizar y muchos diseñados
antes de la Guerra— no tuvieron mayor aceptación fuera de Francia (Bréguet
Deux Ponts, Nord 2501 Noratlas, NC-211 Cormoran, SE-161 Languedoc,
SE-2010 Armagnac). Air France operó algunos en África, e incluso en
rutas largas a América Latina, pero en las competitivas rutas europeas y
del Atlántico Norte esas máquinas no tenían posibilidades, por lo que a
principios de los años cincuenta los franceses debieron resignarse a la
realidad, y comprar aviones norteamericanos para las rutas de largo
alcance, e ingleses para su red europea.
Podrían haber elegido una flota ciento por ciento norteamericana,
incorporando el Convair Liner como hicieron Lufthansa, Sabena, SAS y
Swissair, o mixta como KLM, pero Air France optó por cubrir Europa casi
exclusivamente con el Viscount.
Y obviamente los ingleses no iban a perderse la oportunidad de mostrar
que sus aviones volaban con la bandera francesa, y lo hicieron —entre
otros— con esta pintura donde se ve su modernidad sobrevolando la
tradición de los castillos franceses.
El aviso en rigor es de Rolls Royce, fabricante de los motores del
avión. Se publicó en la revista Aeronautics de agosto de 1956.