Durante la presidencia
de Carlos Menem (1989-1999) la Argentina vivió un proceso de transformación de
su sistema aerocomercial, cuyo puntapié inicial estuvo dado por la
privatización de Aerolíneas Argentinas en 1990. Unos años después
aparecieron algunas empresas, dispuestas a competir con la ahora
sociedad dependiente de Iberia, que en general lograron establecerse
razonablemente, y mostraron dos cosas fundamentales: que la competencia
dentro del país era posible, y que los precios de los pasajes eran una
variable inseparable de esa competencia. El grupo Iberia nunca supo cómo
enfrentar esta realidad, lo que sumado a sus gravísimas contradicciones
internas lo llevó a una situación de bancarrota en 2001, que significó
la venta de Interinvest (controladora de Aerolíneas Argentinas y
Austral) al grupo Marsans.
Al mismo tiempo se
abatió sobre la Argentina una crisis económica de gran magnitud, que
significó la caída del presidente De la Rua, el fin de la
convertibilidad y un proceso de inflación y devaluación que sumado a la
falta absoluta de dinero en plaza, conmovió los cimientos de la
sociedad. Como si esto no bastara, se sumaron al panorama las
consecuencias mundiales del atentado a las torres gemelas de septiembre
de 2001.
Los principales
competidores del grupo Marsans eran entonces Dinar (D7/RDN), LAPA (MJ/LPR)
y Southern Winds (A4/SWD), tres empresas muy diferentes, que súbitamente
se vieron envueltas en una guerra de tarifas lanzada por los españoles
—que puede ser calificada como dumping liso y llano— que las llevó a una
situación de bancarrota de difícil salida.
LAPA y Dinar dejaron
de volar en marzo y abril de 2003, mientras que Southern Winds, a partir
de una reestructuración y achicamiento notables, pudo mantenerse
mínimamente en el aire con pronóstico reservado.
Así fue que una
cantidad importante de trabajadores aeronáuticos quedaron desempleados
en muy poco tiempo, generando un nuevo problema político al presidente
Duhalde, que además tenía tormentas en todos los frentes. Los gremios
pidieron al Estado que mantuviera la fuente de trabajo, y a partir de
esto se barajaron algunas alternativas.
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Ariel Basteiro, Enrique Mayer, Ricardo Cirielli,
Juan Maggio y Alberto Bidart en el acto de
presentación de Southern Winds-Federales en el hotel
Panamericano el 17 de septiembre de 2003 (foto:
archivo Pablo Luciano Potenze). |
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A fines de marzo de
2003, en pleno período preelectoral y con el apoyo de todos los gremios,
se habló de asignar el personal parado a Intercargo, pero el pensamiento
rápidamente se orientó hacia la creación de una empresa estatal que
podría llamarse Líneas Aéreas Públicas Argentinas (LAPA), que absorbería
alrededor de la mitad de los casi 900 empleados de LAPA, y que sería
privatizada en el futuro.
El ministro de la
Producción Aníbal Fernández encargó a la coordinadora Aerocomercial,
Alba Thomas-Hatti, que diera forma al proyecto. La función de la nueva
empresa sería ahora absorber a los 850 empleados de LAPA, y quizás a los
350 trabajadores que habían pertenecido a Dinar.
Aerolíneas Argentinas
no se opuso abiertamente a la idea, pero pidió trato igualitario, sobre
todo en materia de subsidios y salarios. Roque Pugliese, titular de Cata
(CTZ), publicó una solicitada a fines de abril de 2003, en la que
rechazó con palabras muy duras la posible estatización de LAPA y reclamó
un auxilio oficial para la actividad aeronáutica en su conjunto.
Finalmente el 20 de
mayo, cinco días antes de pasar el mando a Kirchner, el presidente
Duhalde firmó el decreto 1.238/2003 por el que se creó una empresa de
transporte aéreo sujeta a la ley de sociedades comerciales que se
desempeñaría dentro de la órbita estatal hasta su privatización. Los
considerandos hacían referencia al problema generado a los usuarios por
la cesación de la actividad de LAPA y Dinar, explayándose sobre el
transporte aéreo como elemento primordial para asegurar la satisfacción
de necesidades básicas de los habitantes del país. Pero todo el texto de
la norma no decía una palabra concreta de la reasignación del personal
de aquellas empresas. La parte resolutiva disponía la constitución de
una sociedad anónima “con vocación de transitoriedad” en la órbita
estatal, cuyo capital pertenecería en su totalidad al Estado Nacional a
través de Intercargo.
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El
palco del acto de inauguración de los vuelos de
Southern Winds-Federales en Aeroparque el 5 de
octubre de 2003. Entre otros, Ricardo Cirielli,
Ricardo Jaime, Ariel Basteiro, Néstor Kirchner,
Enrique Mayer, Julio De Vido y Aníbal Fernández
(foto: archivo Pablo Luciano Potenze). |
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El
rediseño de Southern Winds
A mediados de 2001
Southern Winds estaba establecida en el mercado doméstico, y hacía
planes para iniciar servicios internacionales. En ese momento ocurrió el
atentado a las torres gemelas y la crisis se disparó en la Argentina,
pero a diferencia de lo que ocurrió con Dinar y LAPA, que fueron
arrastradas por las turbulencias, Southern Winds, que también tuvo
pérdidas importantes, logró mantenerse en el mercado peleando.
El proyecto de vuelos
internacionales siguió adelante y durante el verano de 2002 llegaron a
Ezeiza dos Boeing 767/300ER pintados con sus colores para atender esos
servicios. Pero los trámites para ponerlos en marcha se atrasaron hasta
agosto, y la expansión internacional por el momento se limitó a vuelos a
Santiago de Chile.
En lo que hace a los
vuelos domésticos, la devaluación hizo imposible mantener el leasing de
los aviones Bombardier, por lo que se hizo un nuevo plan de negocios,
totalmente distinto del original, que consistió en abandonar la base
cordobesa y alquilar tres Boeing 737/200 que se basaron en Aeroparque y
sólo volaron a un puñado de ciudades importantes. Esta fórmula le
permitió sobrevivir, aunque perdiendo dinero, y por supuesto con
conflictos gremiales, porque hubo despidos.
Federales
Cuando asumió el nuevo
presidente Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003, uno de los primeros
temas que debió encarar el nuevo ministro de Trabajo Carlos Tomada fue
el reclamo de los trabajadores aeronáuticos, que pedían el pago de los
salarios adeudados por las compañías fallidas. Era cierto que Duhalde
había creado una nueva compañía estatal que se suponía que absorbería a
los casi 900 empleados de LAPA, pero no había nada concreto con la gente
de Dinar, y ahora se habían agregado algunos despedidos de Southern
Winds y AeroVip. Por otra parte, no había ninguna forma a la vista de
poner en marcha una aerolínea con mil empleados.
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Logo
original de Federales. En un papel quizás funcionara,
pero pintado en un avión, no se veía, y debió ser
reforzado con letras de trazo más grueso (imagen: archivo Pablo Luciano Potenze). |
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Como si esto no
bastara, pronto se descubrió que el decreto colisionaba con la ley de
sociedades anónimas (¿para qué servirán los cuadros técnicos de los
gobiernos?), lo que obligó a sancionar el 7 de julio un nuevo decreto,
el 337/2003, por el que se creó Líneas Aéreas Federales Sociedad Anónima
(LAFSA), cuyo paquete accionario ahora estaría integrado por el
Ministerio de Economía (40%), el Ministerio de Planificación Federal e
Inversión Pública (40%) e Intercargo (20%). En una conferencia de prensa
los ministros De Vido y Tomada informaron que los 750 trabajadores de
LAPA percibirían en forma excepcional y de manera inmediata un seguro de
desempleo que oscilaría entre 150 y 300 pesos mensuales según su
antigüedad y categoría, y que el objetivo gubernamental era reprivatizar
la nueva compañía después de un período de transición de 180 días. LAFSA
fue inscripta en la Inspección General de Justicia el 22 de julio de
2003.
El directorio de LAFSA
estuvo encabezado por Alberto Bidart, al que secundaron
Jorge Baravalle (consuegro del ministro Roberto
Lavagna, designado por Economía), como director de operaciones, y
Nicolás Scioli (hermano del vicepresidente Daniel Scioli por Intercargo)
a cargo del plan de negocios. No había una idea clara de cómo
llevar adelante una línea aérea, los sindicatos presionaban y no había
mucho dinero. Se habló de asociarse con Mexicana, LAN-Chile o Southern
Winds, pero las empresas extranjeras —sobre todo la chilena— fueron
objetadas por los trabajadores.
Southern
Winds - Federales
En agosto de 2003 dos
procesos sin solución convergieron en un proyecto común. Por un lado
Southern Winds estaba a un paso de la quiebra y requería apoyo al Estado1,
por el otro Líneas
Aéreas Federales resultaba un proyecto muy complicado para la capacidad
oficial de gestionar. La asociación entre ambas parecía una solución, y
gracias al lobby de Juan Maggio, presidente de la primera, se
trabajó para lograr algún tipo de acuerdo, que como prerrequisito
exigiría subsidios importantes.
Por supuesto esto
generó protestas del resto de los operadores (Aerolíneas Argentinas y
AeroVip) que exigieron un tratamiento igualitario para poder afrontar
servicios que eran deficitarios, considerando que estaban ante una
competencia desleal. También se expresaron en contra de la idea el ex
director de Transporte Aerocomercial, Manuel Gamboa y APLA, que sostuvo
que los subsidios servirían para que Southern Winds cancelara su deuda
con AA2000, que era propiedad de Eurnekian, quien a su vez era titular
de un 30% de la línea aérea.
LAN-Chile, por su
parte, dijo más de una vez que estaba interesada en ser socia de LAFSA,
pero fue descartada por su condición de chilena, algo que en ese momento
parecía importar a las autoridades.
Finalmente, el 1º de
septiembre de 2003 se firmó un acuerdo de colaboración empresaria (ACE)
entre LAFSA y Southern Winds en el que se establecía lo siguiente:
-
Las partes se esforzarían por “la retención de empleados y la
reincorporación de aquellos que dependen de la puesta en marcha de
LAFSA”.
-
Southern Winds aportaría su infraestructura, derechos, rutas, flota
y frecuencias.
-
LAFSA aportaría hasta 3,2 millones de pesos mensuales para gastos de
combustible durante los primeros seis meses, prorrogables por igual
término.
-
LAFSA incorporaría gradualmente personal, que ya estaba censado, y
Southern Winds mantendría su plantilla.
-
Ambas empresas mantendrían su individualidad jurídica.
-
Las decisiones comunes se tomarían por medio de un Órgano de
Coordinación formado por un miembro de cada empresa y otro del
Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
-
LAFSA no asumiría pasivos o deudas de Southern Winds.
-
Southern Winds se haría cargo de todo lo que exigiera tener
certificado de explotador y de la comercialización.
-
La
determinación de la estructura de costos y las utilidades de cada
empresa se haría de común acuerdo.
-
La
privatización de LAFSA no sería interferida por el acuerdo.
El plan de negocios
preveía, sin plazos, vuelos a Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia,
Corrientes, El Calafate, Posadas, Resistencia, Río Gallegos, Río Grande,
Salta, San Juan y Tucumán, y la incorporación de 10 aviones. Los
empleados no fueron incorporados de inmediato, y siguieron cobrando el
subsidio por desempleo.
La flota se formó con
los aviones que tenía Southern Winds, algunos que habían quedado de LAPA
y otros que se alquilaron a Varig.
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Empleados de Southern Winds colocando apuradamente
stickers de Southern Winds y Federales en un viejo
Boeing 737 de LAPA para que pudiera desfilar ante el
presidente de la Nación el 5 de octubre de 2003
(foto: El Mensajero Turístico via Pablo
Luciano Potenze). |
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Southern Winds-Federales
fue presentada en un acto realizado en el
hotel Panamericano
el 17 de septiembre de 2003. Allí su presidente Alberto Bidart abandonó
el estilo formal de los empresarios para dirigirse directamente a los
“compañeros”, diciéndoles que estuvieran tranquilos porque se estaba
trabajando para incorporarlos, recalcando finalmente que Federales no
iba a caer como las compañías de la década anterior (Una reseña
bastante completa de este acto puede verse en POTENZE, PABLO LUCIANO,
Con hambre, ha nacido Federales Líneas Aéreas, en El Mensajero
Turístico, 23 de septiembre de 2003.).
Finalmente, el 3 de
octubre comenzaron los vuelos de Southern Winds-Federales. Se hizo un
acto en Aeroparque en el que habló el presidente Kirchner ante una barra
de empleados agradecidos por el mantenimiento de su fuente de trabajo, y
hubo un curioso desfile de aviones que no volaban, pero carretearon
frente al palco oficial. Eran algunos de los Boeing que habían sido de
LAPA, que requerían una revisión para volar, pero se mostraron con
autoadhesivos con los nombres de sus nuevos operadores y su logo.
El Presidente de la
República dijo en la oportunidad que se estaba “ante un hecho
tremendamente significativo”, destacando la voluntad y el deseo de los
trabajadores de defender las fuentes de trabajo, el firme convencimiento
de las autoridades de constituir una alternativa de tener una
explotación del espacio aéreo sin monopolios y la posibilidad de tener
una línea que también dé su fruto a todos los argentinos”, añadiendo
“que esta línea va a permitir unir la Argentina, terminar a veces con
los caprichos de vuelos que son organizados de acuerdo a la forma de un
determinado grupo al que se exprese en forma monopólica”. Fue un
discurso muy parecido al que había pronunciado en Río Gallegos el 9 de
mayo de 1993 en ocasión de presentar, como gobernador, a la poco exitosa
aerolínea El Pingüino (Ver Ámbito Financiero, 10 de mayo de
2003).
La
incorporación de personal
La lista original del
personal que debía ingresar a LAFSA comprendía un total de 1.002
personas (723 de LAPA y 279 de Dinar), aunque el plan de ingresos final
mostró una cantidad menor: El ingreso de personal debía guardar relación
con la evolución de las operaciones por incorporación de aeronaves, pero
el cronograma real no estuvo sujeto a ninguna condición. No todo el
personal que figuraba en la lista fue incorporado, y además ingresaron
212 personas que no estaban en la misma. La realidad de las altas, según
la AGN, fue ésta:
Fecha de ingreso |
Cantidad de personal |
Agosto 2003 |
3 |
Septiembre 2003
|
5 |
Octubre 2003 |
375 |
Noviembre 2003 |
266 |
Diciembre 2003
|
226 |
Enero 2004 |
60 |
Total |
935 |
Dado que 93 personas
fueron dadas de baja, a enero de 2004 había 842 agentes. A diciembre de
2004 integraban LAFSA 858 personas, de las cuales 210 se desempeñaban
exclusivamente en la empresa y 648 estaban en comisión en SW.
Una aerolínea,
normalmente, es una cultura y un manual de operaciones. LAFSA, por
definición, debió amalgamar cuatro culturas (las de tres empresas y la
del Estado) y tres manuales de operaciones, una tarea decididamente
difícil, sobre la cual no hay prácticamente referencias.
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Otro
viejo Boeing 737 de LAPA, repintado para ARG y
vuelto a pintar para el desfile terrestre de aviones
que se hizo delante de Kirchner el 5 de octubre de
2003. En este caso es el LV-YGB, el único avión que
luego alquilaría LAFSA (foto: Pablo Luciano Potenze). |
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Los primeros tiempos
Southern Winds-Federales
(se la conoció por ese nombre) fue habilitando rutas, y en noviembre de
2003 la red alcanzaba a las ciudades de Bariloche, Buenos Aires,
Comodoro Rivadavia, Córdoba, El Calafate, Iguazú, Mendoza, Neuquén, Río
Gallegos, Salta y Tucumán. Se hablaba de añadir en el futuro Jujuy, Mar
del Plata, Resistencia y Ushuaia, y también, se hablaba
ceremoniosamente, de un imposible vuelo a Malvinas. Si bien se mira, se
trataba de una red ultra conservadora, más pensada para unir a la
Capital con el interior que para hacer vuelos interprovinciales. La luna
de miel con el gobierno era total, y dado que la flota presidencial
tenía problemas, el primer mandatario usó los servicios de Southern
Winds - Federales para hacer vuelos oficiales.
En 2003 el presupuesto
de LAFSA fue de 27,4 millones de pesos. A pesar de que Southern Winds se
hizo cargo de la operación y la comercialización, LAFSA armó una
estructura empresarial con un directorio, cinco gerencias y varias
jefaturas. En marzo se agregó Resistencia al plan de rutas.
Las peleas entre los
sindicatos también estuvieron en LAFSA desde la primera hora, ya que el
personal de cabina, proveniente de Dinar y LAPA, se distanció de la AAA
y optó por afiliarse a APTA, que lo recibió con los brazos abiertos y
hasta discutió un convenio colectivo de trabajo, aunque no tenían nada
de técnicos aeronáuticos. Formalmente se creó otra organización, sin
personería gremial, que se llamó Asociación de Tripulantes de Cabina de
Pasajeros de Empresas Aeronáuticas (ATCPEA). Los pilotos, por su parte,
formaron la Asociación de Pilotos de LAFSA, pero siguieron siendo
representados por APLA.
Southern Winds dijo
haber facturado 65 millones de dólares en 2003, y comenzó 2004 con
optimismo. El acuerdo con LAFSA le permitía crecer en el mercado
doméstico con cierta tranquilidad, y pensaba que los vuelos
internacionales la ayudarían a recaudar divisas, pero sus cuentas eran
muy ajustadas.
Los
aires de privatización
El proyecto del
gobierno era mantener tranquilo al personal, no gastar demasiado, y
vender una aerolínea con posibilidades de funcionar. Para esto último
LAFSA solicitó formalmente rutas y participó en la Audiencia Pública
Pública nº 216 del martes 23 de diciembre de 2003. La Subsecretaría de
Transporte Aerocomercial otorgó su primera autorización, para hacer
vuelos no regulares internos, el 24 de marzo de 2004 y poco después se
le asignaron las preciadas concesiones para operar servicios regulares a
quince destinos domésticos y luego rutas internacionales2.
Pero las contradicciones eran cada vez eran
mayores, porque al mismo tiempo se decidió no comprar aviones y dejar
esa decisión fundamental para el futuro dueño. Cada vez que se hablaba
de privatizar saltaban las protestas de los dirigentes sindicales. El
más combativo fue el diputado Ariel Basteiro, de APA3.
A mediados de 2004 hubo trascendidos de que la venta de LAFSA se haría a
fines de ese año, y circuló un borrador de pliego de licitación. Esto
avivó conflictos gremiales, sobre todo con APA, que acusaba al
directorio de no poner en marcha la empresa, al tiempo que solicitaba
aumentos salariales, generando conflictos que dieron lugar a demoras en
los vuelos, pero siguió una conciliación. La posibilidad de que
LAN-Chile ingresara al mercado argentino a través de LAFSA era algo que
erizaba a Basteiro y sus representados4.
En agosto el gobierno decidió aumentar en un 40%
los subsidios para el combustible, lo que dio lugar a una airada queja
de Aerolíneas Argentinas, que se sentía discriminada. El petróleo seguía
subiendo de precio en el mundo, y la factura de combustible se hacía
cada vez más significativa en los presupuestos de las líneas aéreas.
Mientras que en el frente interno el convenio con LAFSA permitía que
Southern Winds siguiera funcionando, otro era el panorama para los
vuelos internacionales, donde los problemas económicos estaban a la
orden del día. En el otoño de 2004, con un solo Boeing 767 sólo
se hacían vuelos a Madrid y charters a Cancún.
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Cristian Maggio y Jorge Baravalle, números dos de
Southern Winds y LAFSA, en la inauguración de los
servicios a Tucumán en noviembre de 2003 (foto:
Pablo Luciano Potenze). |
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El
final de LAFSA (1ª parte)
El 17 de septiembre de
2004 aparecieron en el aeropuerto de Madrid cuatro valijas que habían
viajado en un avión de Southern Winds sin estar a cargo de ningún
pasajero (algo prohibido), que nadie retiró de la cinta transportadora.
La Guardia Civil encontró en su interior unos sesenta kilos de cocaína,
valuados en un millón y medio de euros, tras lo cual se inició una causa
en España que no trascendió en la Argentina. Un mes después Cristian
Maggio, uno de los titulares de la empresa, declaró el hecho ante la
justicia argentina como testigo de identidad reservada, con lo que se
inició una causa aquí, que tampoco llegó a la prensa.
En ese momento
Southern Winds había logrado inversiones del empresario argentino
radicado en España Martín Varsavsky, que aportaría fondos para
incorporar dos Boeing 747. Aparentemente el inversor no sabía nada de
las valijas, y el primer Jumbo llegó a Buenos Aires a fines de 2004.
Para el público
parecía que Southern Winds se había encaminado con esta inversión, pero
a mediados de febrero de 2005 se publicó en Buenos Aires la noticia de
las valijas halladas en Madrid, causa por la que ya había dos detenidos
y un prófugo, todos empleados de la empresa argentina, y saltó el
escándalo.
La prensa argentina
presentó el caso de modo tal que Southern Winds quedó en el imaginario
nacional muy comprometida con lo que se llamó el caso de las “narcovalijas”.
La posición de la empresa fue desde el primer momento presentarse como
víctima de los manejos de empleados infieles. El prófugo del caso era
hijo del comodoro Alberto Beltrame, en ese momento jefe del aeropuerto
de Ezeiza, y esto, sumado al hecho de que se comprobaron varias
irregularidades que permitieron la salida de las valijas, aumentó la
exposición del caso.
La Fuerza Aérea se
movió rápido y sacó a Beltrame de su cargo, pero el Poder Ejecutivo
decidió actuar personalmente en un tema que ya era tapa de todos los
diarios y el 16 de febrero de 2005 intervino la Policía Aeronáutica
Nacional (hasta entonces dependiente del arma) y colocó en su vértice a
un civil. Al día siguiente fue removida la cúpula completa de la Fuerza
Aérea, que pasó a estar dirigida por el brigadier Eduardo Schiaffino y
el 22 de febrero la Policía Aeronáutica Nacional fue transformada por
decreto en Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y pasó a depender
del Ministerio del Interior. A su frente, como interventor, se colocó a
Marcelo Saín.
El discurso del Poder
Ejecutivo trató de cargar todas las culpas a los militares, absolviendo
de responsabilidad al resto de los organismos que podrían haber estado
involucrados en el contrabando (Aduana, Secretaría de Transportes). Se
hizo una presentación ante la Oficina Anticorrupción pidiendo aclarar la
conducta de la Fuerza Aérea, y el conflicto con los uniformados llegó a
tal punto que el 25 de febrero el Presidente ordenó que los oficiales
relevados evitaran las entrevistas periodísticas, bajo pena de arresto.
Con un hervidero de
opinión en marcha, el 23 de febrero de 2005 el presidente Kirchner
resolvió dar por finalizado desde el 2 de marzo el contrato entre
Southern Winds y LAFSA, anunciando su inminente privatización. Por
supuesto, casi de inmediato llegó de Chile la noticia de que LAN estaba
interesada.
Recién en mayo de 2006
se creó por ley la Policía de Seguridad Aeroportuaria para reemplazar a
la Policía Aeronáutica Nacional, pero continuó la intervención.
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En el esquema original
que se usó para pintar los aviones, la palabra
“Federales” no se veía (foto: Pablo Luciano Potenze). |
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Southern Winds, último
acto
Después de que las
narcovalijas tomaron estado público, diversas fuentes oficiales y
periodísticas propagaron a los cuatro vientos, aunque sin mucho
fundamento, que en los aviones de Southern Winds se transportaba droga
sin problemas. La compañía decía estar frente a un caso de empleados
infieles, recalcando que en la causa la empresa era precisamente la
denunciante, pero una auditoria interna demostró que en su seno no se
cumplía con muchos procedimientos de seguridad, a pesar de que los
involucrados conocían la normativa.
El fin del convenio
entre LAFSA y Southern Winds en marzo de 2005, significó para la empresa
privada dejar de recibir unos siete millones de pesos mensuales quedando
librada a su propia capacidad de generación de fondos, que con el
esquema tarifario vigente no alcanzaba. Alrededor de 450 empleados
salieron de su plantilla y siguieron cobrando sus salarios a través de
LAFSA, pero eso no era un alivio, porque eran parte del convenio de
subsidio, y sus salarios nunca habían salido de Southern Winds.
La empresa empezó a
abandonar rutas, y a principios de marzo de 2005 el personal, que no
cobraba, comenzó a hacer paros que causaron demoras y cancelaciones de
los pocos vuelos que se hacían. En estas condiciones, el 16 de marzo
Southern Winds pidió su concurso preventivo.
El 22 de abril de 2005
el juez Carlos Liporace dictó la falta de mérito de los hermanos Juan y
Cristian Maggio y de Enrique Montero, presidente, gerente general y
vicepresidente de la línea aérea, respectivamente, por falta de pruebas
de que hubieran estado involucrados en el caso de las narcovalijas, pero
procesó a la persona jurídica de Southern Winds, y le trabó un embargo
preventivo de 500.000 pesos. El beneficio también alcanzó al brigadier
Horacio Giaigischia, ex jefe de la Policía Aeronáutica, y Emanuel
Denegri y Martín Orellana, empleados de Top Air Security, empresa
encargada del control de los equipajes. En mayo Liporace fue separado de
la causa por falta de imparcialidad y en marzo de 2006 fue llevado a
juicio político. El nuevo juez de la causa fue Bernardo Vidal Durand.
Maggio realizó
gestiones febriles para conseguir algún inversor pero no tuvo éxito. A
principios de julio de 2005, en concordancia con las vacaciones de
invierno y con un paro de pilotos de Aerolíneas Argentinas, el personal
de Southern Winds afiliado a APA se declaró en huelga reclamando el pago
del sueldo de junio y el aguinaldo. Poco después uno de los dos Boeing
que quedaban salió de servicio y no se pudo cumplir más con la
programación, que se redujo a casi cero.
A fines de julio, en
pleno proceso preelectoral, Southern Winds pagó los sueldos de junio, en
lo que sería el primer capítulo de una nueva serie de misterios sin
explicación lógica, porque era público y notorio que la empresa no tenía
fondos. La Secretaría de Transporte, LAN y otros negaron haber puesto el
dinero y fuentes de la Secretaría sugirieron que lo había hecho un grupo
inversor interesado en comprar la empresa, sin identificarlo. Es
probable que el pago se haya hecho con dinero de la empresa chilena, que
en ese momento estaba negociando con el Poder Ejecutivo su ingreso al
mercado argentino y que había firmado un convenio que se analiza más
adelante por el que se comprometió a pagar esos salarios por noventa
días5.
Los trabajadores de Southern Winds
iniciaron un paro por tiempo indeterminado el 7 de septiembre de 2005 y
casi inmediatamente los sueldos se pagaron, según Southern Winds con
fondos propios, según trascendidos de la Secretaría de Transporte con
fondos del gobierno, y según algunos observadores con dinero aportado
por el Grupo Plaza/Cometrans, una empresa de transporte terrestre
liderada por Claudio y Mario Cirigliano, que también se suponía que
estaba interesada en adquirir Southern Winds. Los empleados fueron
notificados a fines de octubre del traspaso de la compañía al grupo
Plaza, identificado como Inversora Parque, pero las negociaciones
estaban lejos de haberse cerrado, e incluso trascendió que el supuesto
comprador necesitaba conseguir un socio capitalista extranjero.
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Ex trabajadores de LAPA
y Dinar en Aeroparque durante el acto presidido por
Kirchner del 5 de octubre de 2003 (foto: Pablo
Luciano Potenze). |
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A partir de las
elecciones parlamentarias del 23 de octubre de 2005 el tema Southern
Winds se fue haciendo cada vez más surrealista. Era evidente que el
gobierno no quería que la empresa cayera, pero no podía hacerla vivir de
subsidios como ocurría con la mayor parte de las empresas de transportes
del país porque eso obligaría a darle subsidios también a Marsans.
En este estado de
cosas, a mediados de noviembre de 2005 la Cámara de Apelaciones en lo
Penal Económico confirmó la falta de mérito para procesar o sobreseer a
los hermanos Juan y Cristian Maggio y a Enrique Montero, y revocó el
procesamiento que pesaba sobre la empresa como persona jurídica,
levantando el embargo trabado en su oportunidad.
El 25 de noviembre de
2005 se suspendieron definitivamente los vuelos de Southern Winds,
dejando algunos pasajeros en tierra, lo que pasó bastante desapercibido,
porque al mismo tiempo Aerolíneas Argentinas tampoco volaba por un paro
de pilotos. Los empleados ya no cobraban, y oficiosamente empezó a
hablarse de que la asociación con Cirigliano también había fracasado.
Sin posibilidades de hacer huelga, los trabajadores hicieron algo de
ruido en Aeroparque, cortaron la Costanera y tomaron pacíficamente las
oficinas de la compañía.
La Secretaría de
Transporte analizó con Aerolíneas Argentinas, LADE y LAN Airlines la
posibilidad de reubicar los empleados de Southern Winds y el secretario
de Transportes Ricardo Jaime declaró que “la principal preocupación del
Gobierno era la estabilidad de los trabajadores y la defensa de los
puestos de trabajo”, un criterio similar al usado en su momento para
crear LAFSA, y que no encajaba dentro de la lógica de considerar que la
fuente de trabajo sólo está asegurada cuando las empresas son prósperas.
En ese momento había veintiuna sociedades que tenían pedidos de rutas
presentados, y no había ningún indicio de que se realizaran gestiones
oficiales para considerarlos. Es cierto que muchos de esos pedidos no
eran serios, pero la política oficial era no adjudicar ni a los serios
ni a los no serios.
Sobre el fin del año
volvió a hablarse de una absorción por el grupo Cirigliano, o quizás de
una transferencia de personal, pero los Maggio informaron a sus
empleados que seguían buscando inversores y poco después trascendió que
se había llegado a un preacuerdo societario con un tal Robertino Medici,
príncipe de la Casa de Savoia para la venta parcial de la empresa, cuyas
oficinas estaban cerradas.
A mediados de enero de
2006 todavía se debían el sueldo de diciembre y el aguinaldo. Los
empleados no sabían si quedarse en la empresa, en la que durante meses
habían cobrando sin trabajar, con la esperanza de que algún príncipe
italiano se hiciera cargo de sus salarios en el futuro, o migrar hacia
Safe Flight, cuyo proyecto era un misterio. Era evidente que las
relaciones entre Maggio y Cirigliano estaban cortadas, y curiosamente
ambos trataban de congraciarse con los trabajadores. Hubo algunas
medidas de fuerza, pero con una empresa parada, no tuvieron sentido y se
levantaron pronto.
A esta altura Southern
Winds ni siquiera contestaba las demandas del juzgado que llevaba su
quiebra, pero todavía tenía en su haber las rutas concedidas, y mantenía
la relación laboral de unas cuatrocientas personas con las que no tenía
ningún diálogo. El Estado no hacía nada por poner las cosas en claro, y
todo era una gran nebulosa.
El juicio por las
“narcovalijas” seguía su curso. Cada uno de los acusados trató de salvar
su pellejo, para lo cual no se ahorraron acusaciones cruzadas, pero
todos coincidieron en señalar que en Southern Winds los negocios andaban
mal, que la necesidad de inversiones era desesperada, y que la
organización interna de la compañía era muy deficiente, con una notable
debilidad en el cumplimiento de los procedimientos.
Habían pasado tres
años desde el hallazgo de Madrid, y en ese lapso y como consecuencia del
hecho la Fuerza Aérea había sido descabezada, la Policía Aeronáutica
Nacional transformada en la Policía de Seguridad Aeroportuaria, Southern
Winds prácticamente había desaparecido, LAFSA no volaba y un juez había
llegado a un juicio político.
En los últimos días de
diciembre de 2007, fueron condenados en Buenos Aires por contrabando de
estupefacientes, José González Villar y su esposa Elena Tomil Batán, que
iban a recibir la droga en el aeropuerto de Barajas (8 y 7 años), Juan
Aristizábal Tabares, remisero colombiano que llevó las valijas a Ezeiza
(5 años) y Walter Beltrame, empleado de Southern Winds (4 años y 6
meses). El resto de los acusados fueron absueltos, pero se pidió a la
Cámara de Apelaciones en lo Penal Económico que estudiara la falta de
mérito de Juan Maggio y Cristian Maggio.
Las concesiones de
Southern Winds fueron canceladas a mediados de 2008. A principios de
2009 todavía había una oficina con un cartel luminoso de Southern Winds
en la calle Lavalle al 1800 de Buenos Aires.
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Tiempos de idilio. El presidente Kirchner con sus
ministros Lavagna, y Alberto Fernández y su vocero
Miguel Núñez abordando un Boeing de Southern Winds-Federales
para hacer un vuelo oficial (foto: archivo Pablo
Luciano Potenze). |
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LAFSA ¿Último acto?
Cuando cayó el
contrato entre LAFSA y Southern Winds en marzo de 2005 la conducción de
la primera aseguró a sus trabajadores el pago de sueldos y la
estabilidad laboral. Éstos, visiblemente preocupados, le pidieron al
ministro De Vido la entrega de aviones para seguir trabajando, pero la
empresa nunca los habría de tener. Lo que hizo el gobierno fue combinar
su necesidad de hacer algo con LAFSA que no significara avivar el frente
laboral con la necesidad de LAN-Chile de entrar a la Argentina.
Algunas fuentes dicen
que el presidente Kirchner “llamó” a la gente de LAN pero, se haya
gestado como se haya gestado, lo concreto es que el 11 de marzo hubo una
reunión en la Casa Rosada, en la que se formalizó un acuerdo, en la que
estuvieron presentes Ignacio Cueto, Sebastián Piñera, los ministros de
Economía, Roberto Lavagna y de Planificación, Julio de Vido; y el
secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
Según dijo Jaime en
una conferencia de prensa posterior, la idea era la venta de LAFSA, a
LAN y un grupo de inversores argentinos, que en conjunto se comprometían
a absorber la totalidad de los empleados de LAFSA (unos 850) y además
garantizaría la continuidad laboral y la operación de Southern Winds por
90 días. La versión de LAN fue algo distinta, ya que sostuvo que
compraría una línea aérea argentina que no sería ni LAFSA ni Southern
Winds, y que cuando se le aprobaran las rutas propondría al Estado la
incorporación del personal de LAFSA. Aclaró que la colaboración con
Southern Winds debía definirse, y que no sería poniendo dinero.
Los trabajadores se
opusieron a esta solución, y realizaron algunas protestas, encabezadas
por Basteiro, pero en la medida en que vieron que el problema de la
desocupación se alejaba, comenzaron a llenar los formularios para
ingresar a LAN, que en ese momento todavía no era LAN-Argentina, pero
eso no importaba.
Así comenzó un lento
proceso de desactivación de LAFSA, que fue indoloro para los
trabajadores, aunque no para las financias nacionales. En marzo de 2005,
se inició la transferencia de personal de LAFSA a lo que luego sería
LAN-Argentina.
Sin volar, LAFSA daba
que hablar. A fines de abril de 2006 la Oficina Anticorrupción informó
que la empresa ya llevaba gastados 126 millones de pesos y pidió a la
justicia que se investigaran gastos y otras cuestiones.
Un año después la
Auditoría General de la Nación entregó al Secretario de Transportes
Ricardo Jaime un
informe de auditoría,
realizado con el objeto de analizar el Acuerdo de Cooperación Empresaria
celebrado entre LAFSA y Southern Winds. Según este trabajo, entre
noviembre de 2003 y marzo de 2005 el Estado Nacional transfirió a la
empresa un total de 122.924.984 pesos. Es importante destacar que la
investigación se hizo sobre los resultados financieros del acuerdo y no
sobre la decisión política de crear LAFSA, por lo que diversas voces han
objetado esta presentación sobre la base de que ignoró la faz política
del mismo. De todos modos, sus conclusiones son interesantes:
-
El acuerdo
permitió el mantenimiento de la actividad laboral del personal de
las Ex LAPA y DINAR y la preservación de los servicios aéreos
operados por SW.
-
No hubo acciones
concretas para privatizar la empresa.
-
El acuerdo
careció del suficiente análisis previo y se verificaron diversos
incumplimientos.
-
No se observaron
los controles que permitan opinar sobre la razonabilidad en la
utilización del combustible por parte de SW, como tampoco de la real
prestación de servicios por parte del personal incorporado a LAFSA y
asignado a Southern Winds.
-
El Órgano de
Coordinación no funcionó como estaba previsto.
-
Los Informes que
debía elaborar Southern Winds fueron parciales e incompletos.
-
El costo de LAFSA
para el Estado Nacional fue de 101.610.837,74 pesos, (71,8 millones
por combustible y 29,7 por gastos en personal), no registrando
ingresos.
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Aspecto definitivo que tuvieron los Boeing 737 de
Southern Winds-Federales. La tipografía que se usó
originalmente para la palabra “Federales” no se veía
y debió ser reemplazada por letras más contundentes.
El isotipo en la deriva, nunca fue muy notable
(foto: Pablo Luciano Potenze). |
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Últimos estertores
En un frente muy
distinto, el 30 de septiembre de 2005 los gobernadores de Chubut (Mario
Das Neves), Santa Cruz (Sergio Acevedo) y Tierra del Fuego (Jorge Colazo)
firmaron un convenio para la adquisición de tres aeronaves que serán
utilizadas en rutas aéreas regionales, e incorporadas a LADE. Se
estimaba que cada máquina costaría tres millones de dólares, y el
proyecto estaba armado en torno a un proveedor, porque se partía de la
base de que los aviones serían SAAB. Este acuerdo estaba articulado, más
mal que bien, con el proyecto PATRIA que buscaba por entonces
repotenciar a LADE (ver
LADE: El lugar de las líneas aéreas del estado).
A mediados de
diciembre finalmente el Congreso aprobó una partida de 54 millones de
pesos para adquirir mediante leasing seis SAAB 340 para LADE, que se
sumarían a los que comprarían los gobiernos de Santa Cruz y Chubut
(Tierra del Fuego se había retirado). Inesperadamente APLA expresó a la
ministra de Defensa Nilda Garré su preocupación por la eventual
competencia que se establecería con las empresas comerciales,
sosteniendo que se daría el absurdo que el Estado inyectaría dinero en
la revitalización de LADE, que es un organismo interno de la Fuerza
Aérea que no promueva fuentes de trabajo genuinas, sugiriendo la
repotenciación de LAFSA.
LAN-Argentina
A principios de 2004
LAN Perú comenzó a volar a Ezeiza desde Lima, y durante este año se
vieron movimientos de la empresa chilena en la Argentina, con gestiones
para ingresar en el capital de American Falcon, y Southern Winds, con o
sin LAFSA. En ese momento Aerolíneas Argentinas estaba poniendo en
marcha su filial chilena, y era lógico que los chilenos buscaran
equilibrar la cuestión. La diferencia era que en Chile no había
problemas legales ni emocionales para constituir una línea aérea de
capitales extranjeros, y en la Argentina sí.
Al mismo tiempo el
gobierno argentino mostraba una notable incapacidad para manejar la
crisis profunda del sector. Las autoridades no querían que Aerolíneas
Argentinas —y menos en manos de Marsans— se convirtiera en un monopolio
absoluto, pero no había alternativas sostenibles, ni del sector público
que se enredó con LAFSA ni del privado, cuya mayor expresión era la
contradictoria Southern Winds. Así las cosas, cuando cayó el acuerdo
entre LAFSA y Southern Winds en 2005 la única salida posible fue LAN,
que buscaba ingresar en el mercado argentino desde hacía mucho tiempo y
evidentemente estaba dispuesta a gastar en este empeño, al punto de
aceptar hacerse cargo de centenares de contratos laborales,
prácticamente sin beneficio de inventario. Para el gobierno, este
acuerdo significó —en un año electoral— ganar tres meses de calma en
Southern Winds sin cortar de golpe los vuelos, y un cauce de salida para
LAFSA.
El crítico más duro del convenio fue el diputado y dirigente aeronáutico
Ariel Basteiro, que sostuvo que “ni los gobiernos más entreguistas, como
el de Menem o el de Duhalde, fueron capaces de hacer realidad el viejo
anhelo de LAN-Chile de incursionar en nuestro país, pero este gobierno
de doble discurso sí lo hizo”. Reiteró su desacuerdo con la
privatización y agregó que era “una vergüenza que un funcionario desde
una oficina abra la puerta a una empresa chilena para que se haga del
mercado de cabotaje”. Los trabajadores no lo siguieron porque
comprendieron que la alternativa era la desocupación con retórica
nacionalista, o el empleo con una empresa chilena, y optaron por lo
segundo, aunque hubo un grupo que prefirió seguir prestando servicios en
LAFSA, y lo hizo durante años. Los sindicatos fueron realistas y
aceptaron la situación, aunque hubo algunas grescas.
El personal de LAFSA (al que se agregó alguna gente de AeroVip pero no
de Southern Winds) debía solicitar su ingreso a LAN, no hubo un traspaso
compulsivo. Como era de esperar el proceso tuvo sus conflictos, e
incluso hubo denuncias de que en LAFSA había alrededor de 150 empleados
(sobre algo más de 800) que no habían pertenecido ni a LAPA ni a Dinar.
Los que optaron por pasar a LAN recibieron garantías de que se
respetaría su contrato de trabajo por tres años. LAN incorporó a algo
más de 600 personas y otro grupo pasó a Intercargo. En ese momento llegó
el primer conflicto gremial de APLA con LAN, que estuvo relacionado con
la no incorporación de pilotos de AeroVip y no pasó a mayores.
Los
aviones de LAFSA
La tradición
periodística dice que LAFSA fue una línea aérea que jamás tuvo aviones.
Suena bien, pero es una afirmación que admite ciertas discusiones.
En primer lugar hay
que tener en cuenta que LAFSA existió antes de tener sus certificados en
orden, y como tal no podía operar, razón por la cual la cláusula 12ª del
acuerdo de colaboración empresaria establecía que los contratos de
leasing serían firmados por Southern Winds e inscriptos en el RNA bajo
su titularidad exclusiva en tanto LAFSA no contara con certificado de
explotador, quedando la puerta abierta para otras alternativas. Así fue
que todos los aviones usados por el consorcio estuvieron registrados de
este modo, pero también es cierto que tuvieron —desde el primer día—
títulos de Southen Winds Federales.
Southern Winds operaba
tres Boeing 737/200 antes de la llegada de LAFSA, y durante el plazo de
vigencia del acuerdo firmó contratos de leasing y subleasing por seis,
de donde surge que hubo un total de nueve Boeing 737/200 afectados a los
servicios de Southern Winds-Federales, que en su totalidad estuvieron
registradas a nombre de Southern Winds. No obstante, hubo dos de esos
aviones que no llegaron a volar para LAFSA (ver cuadro).
Las cuatro primeras
aeronaves incorporadas fueron los Boeing 737/200, que habían sido de
LAPA y retenía Eurnekian, que estaban parados6.
Meses después vendrían dos
máquinas similares que habían sido de Varig, con lo que la flota final
fue de nueve aeronaves.
Pero hubo un avión de LAFSA. Cuando la
empresa tuvo que acreditar su capacidad técnica para solicitar la
autorización para prestar servicios no regulares, firmó un contrato de
sublocación con Southern Winds por el Boeing 737/200 LV-YGB. Fue una
cuestión temporaria, pero este avión alguna vez estuvo a su nombre.
Adicionalmente, habría
que considerar al “avión del pueblo” de aquellos años, el Boeing 737/200
LV-ZXS, de Skyways S.A., que volaba con títulos de Cardinal, y que según
las investigaciones de la AGN fue utilizado por
LAFSA (o por lo menos cargó combustible que
se facturó a LAFSA) sin que se hayan firmado contratos al respecto (ver
POTENZE, PABLO LUCIANO, El avión del pueblo, en El Mensajero
Turístico, 12 de enero de 2004)
Quizás no sea tan grave no tener aviones.
En otros tiempos las empresas eran dueñas de sus máquinas, pero hoy
organizaciones postmodernas como Aerochaco y LAER se limitan a fletar
aviones de terceros, y también hay empresas privadas que lo hacen. Es un
fenómeno mundial.
Lo que es notable es
que en todos los casos se trataba de aviones muy viejos, sin
silenciadores, que prácticamente no podían volar en ningún país moderno
que tuviera limitaciones de ruido. No deja de ser sintomático que
terminada su carrera en Souther Winds Federales ninguna de estas
máquinas volvió a sus dueños. La mayoría ya fueron desguazados, y
ninguno volverá a volar.
Número de serie |
Primer vuelo |
Tipo |
Recibido por A4 |
Matrícula |
Observación |
20913 (399) |
1975 |
737-2M6 |
Oct 2002 |
LV-ZYX |
Volaba para A4 antes de la firma del
ACE. |
21219 (460) |
1976 |
737-205 |
Oct 2002 |
LV-ZZA |
Volaba para A4 antes de la firma del
ACE. Olvidado en Córdoba. |
21112 (424) |
1975 |
737-2E1 |
Nov 2002 |
LV-ZZC |
Volaba para A4 antes de la firma del
ACE. Olvidado en Córdoba.
|
21193 (453) |
1976 |
737-266 |
Nov 2003 |
LV-YBS |
Ex LAPA Aparentemente olvidado en
Ezeiza. |
22633 (746) |
1981 |
737-2S3 |
Nov 2003 |
LV-YGB |
Ex LAPA. A4 sublocó este avión a LAFSA.
Olvidado en Córdoba. |
21335 (487) |
1977 |
737-204 |
Dic 2003 |
LV-YXB |
Ex LAPA en 1998. Figura en las listas,
pero no voló para LAFSA y fue desguazado en Aeroparque
teniendo todavía los colores de ARG. |
21336 (489) |
1977 |
737-204 |
Dic 2003 |
LV-YZA |
Ex LAPA. Figura en las listas, pero no
voló para LAFSA. Fue desguazado en 2010 en Aeroparque
teniendo todavía los colores de LAPA. |
21005 (394) |
1975 |
737-241 |
Dic 2003 |
LV-AGC |
Ex Varig. Desguazado en 2007. |
21017 (410) |
1975 |
737-2C3 |
Dic 2003 |
LV-AHV |
Ex Varig. Desguazado en 2008. |
20211 (141) |
1969 |
737-201 |
|
LV-ZXS |
Pasó por muchas manos, antes de llegar a
Skyways en 2004. Fue usado en algunos vuelos de A4/LAFSA sin
que haya documentación. |
Los muertos vivos
Cuando se cerró la creación de LAN-Argentina y el traspaso del personal
de LAFSA y Southern Winds, se anunció la inminente liquidación de Líneas
Aéreas Federales, pero hasta el día de hoy LAFSA existe, forma parte del
presupuesto nacional, paga sueldos y nadie sabe qué hace.
El 17 de febrero de 2006 el ministro De Vido declaró en Río Gallegos a
los medios “Lafsa no existe más, se liquidó” (Clarín y La
Nación, 18 de Febrero de 2006).
En el presupuesto nacional de 2007 hubo una partida de 1,7 millones de
dólares para LAFSA, estimándose que tenía 99 empleados.
En el presupuesto nacional de 2008 se destinaron a LAFSA 3,6 millones de
pesos. El personal eran 66 personas. Ese año fue denunciada por
defraudación al Estado (La Nación, 21 de febrero de 2008).
El 19 de noviembre de 2009 el Decreto 1. 672/2009 declaró a LAFSA en
estado de disolución y consecuente liquidación, fijando un plazo de
nueve meses.
La resolución 598/2010 del Ministerio de Economía previó para LAFSA
pérdidas por 9,9 millones de pesos para el ejercicio 2010.
La Resolución 840/2010 del Ministerio de Economía dispuso prorrogar
hasta el 31 de diciembre de 2011 la existencia de LAFSA.
El presupuesto
nacional de 2011 previó partidas para LAFSA. La Resolución 457/2011 del
Ministerio de Economía, previó pérdidas por 450.000 dólares para este
ejercicio.
Buenos Aires 10 de Octubre de 2011
Notas:
[1] Según la Auditoría General
de la Nación, Southern Winds tuvo, en el ejercicio 2.001/2.002, un
pasivo total de 79,7 millones de pesos y un patrimonio neto de 2,7
millones. En el ejercicio siguiente el pasivo pasó a 144,3 millones y el
patrimonio neto se hizo negativo por 46,7.
[2] Se le concedieron vuelos de Buenos Aires a Bahia Blanca,
Bariloche, Comodoro Rivadavia, Córdoba, El Calafate, Iguazú, Mendoza,
Puerto Argentino, Puerto Madryn, Rio Gallegos, Salta, San Juan, Tucumán
y. Ushuaia. Los destinos internacionales eran Asunción, Bogotá, Caracas,
Los Ángeles, Madrid, Miami, Montevideo, París y Río de Janeiro.
[3] El 2 de julio
de 2004 el diputado Basteiro dijo que los trabajadores de LAFSA se
opondrán a la privatización de la aerolínea estatal y "llevarán la lucha
hasta las últimas consecuencias" (Diarios y Noticias, 3 de julio
de 2004).
[4] Independientemente de otras consideraciones, la situación
de los trabajadores aeronáuticos representados por APA es desventajosa
frente a la del resto de la plantilla (pilotos, personal de cabina,
mecánicos) que tienen competencias aeronáuticas certificadas, y por lo
tanto cierta facilidad para conseguir trabajos en su especialidad,
dentro o fuera del país. Los llamados trabajadores aeronáuticos son más
asimilables a empleados administrativos, de maestranza y otras funciones
que no son específicas de la actividad aeronáutica.
[5] LAN Airlines
nunca aceptó explícitamente haber puesto dinero para salarios,
utilizando eufemismos tales como haber financiado la revisión de un
avión o la compra anticipada de pasajes.
Los hermanos Cirigliano, que estaban formando una línea aérea llamada
Safe Flight, controlaban varias líneas de autobuses a través de
Automotores Plaza y a los ferrocarriles urbanos Mitre y Sarmiento por
medio de Trenes de Buenos Aires (TBA), por lo que eran grandes
beneficiarios de subsidios, lo que no impedía que en ese momento TBA
estuviera en concurso preventivo.
El 4 de enero de 2006 el diario La Nación publicó un reportaje a
Mario Cirigliano, presidente del grupo Plaza, que declaró tenía el
proyecto de crear una aerolínea comercial y que había pensado en armarla
sobre la estructura de Southern Winds, pero que las condiciones para
hacer el negocio no se habían dado. Confirmó que había pagado los
sueldos de 700 empleados de Southern Winds mediante el mecanismo de dar
adelantos en préstamos reembolsables a la compañía para que pudiera
operar, estimando su aporte en aproximadamente dos millones de pesos
mensuales desde julio o agosto, agregando que a partir de enero de 2006
no aportaría más.
Ante la pregunta sobre si los empleados no cobrarían más, dijo “alguien
les va a pagar, y no quiere decir que nosotros no formemos parte de esa
solución”.
[6] Esos
aviones fueron comprados por LAPA cuando negoció la devolución de los
Boeing 737/700. Formalmente eran propiedad de cuatro empresas
denominadas Patagonia Air Company, Santa Fe Air Company, La Pampa Air
Company y La Rioja Air Company. Algunas de estas empresas aparecieron
como acreedoras en la quiebra de LAPA.
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