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Pilot Report: Cessna 172 (3)
Actitudes inusuales

 Ultimas instrucciones antes de iniciar el vuelo a bordo del LV-IGM. Nótese el GPS portátil delante del puesto el instructor.  (foto E. Brea).

 

Textos de Aníbal Baranek

La instrucción de vuelo es muy particular. Un caso especial son los vuelos de instrucción con otros instructores,  puede ser de lo más agradable o de lo más atemorizante. Por un lado uno está tratando con un piloto experimentado que solo tiene que recordar cosas que ya sabía. O uno cree, que está tratando con un piloto…etc.
Otro problema con este tipo de instrucción es que uno no espera que cometan errores tontos. Todos nos equivocamos pero cuanto mayor nivel de experiencia tenemos más exóticos deberían ser nuestros errores. Un alumno que aprende a volar puede girar a la izquierda cuando trata de ir a la derecha, pero un experimentado piloto nunca cometería ese error. ¿O si?

Descubrí la respuesta a esta pregunta una noche de 2001, en el golfo de México, volando en un C-172 a unas 6 millas de Naples, FL. Estaba preparando a otro instructor para dar el examen de CFII (ver referencias). Empecé este entrenamiento asumiendo que el estaba bien entrenado en operaciones IFR. Aunque no tuviera mucha experiencia real, todos los instructores usábamos regularmente los simuladores de la escuela. Dado que era gratis para nosotros en general los usábamos bastante.
Para poder rendir el examen mi alumno debía recibir 3 horas de instrucción en vuelo. Dado que el ya sabía en que consistía el examen y las tolerancias del mismo planificamos juntos el primer vuelo con vistas a sacarle el máximo provecho a las 3 horas de vuelo. Repasamos las reglamentaciones y cuando le pregunté en que áreas de operación se sentía más débil, con vistas a practicarlas primero, Charly (no es su nombre verdadero) me dijo que en ninguna. El creía estar listo para el examen así que opinaba que las 3 hs de vuelo serían solo un trámite. Dado que el era un instructor con casi 500 horas de vuelo no puse en duda esta afirmación.

Partimos en un vuelo de instrucción cuyo propósito era hacer un examen de práctica. Despegamos de Naples y volamos hacia el norte, rumbo a Fort Myers. Charly volaba usando la capota (que es un dispositivo que se usa para restringir la visibilidad hacia afuera y simular así las condiciones de vuelo instrumental). Si bien llenamos un plan Instrumental para el vuelo, el día era estaba despejado así que operábamos en VMC.
El vuelo iba bien, Charly volaba con seguridad y la capota no parecía molestarle. Si hubiera sido un alumno normal me hubiera preguntado si estaba “espiando” pero Charly era instructor así que sabía mejor que nadie que el primer interesado en hacer bien las cosas era él mismo, o al menos yo creía eso.

Pero mientras hacíamos una espera, el avión entró en una pequeña nube. Simultáneamente el vuelo plácido que me estaba dando Charly se convirtió en una coctelera. El avión se sacudía de un lado para otro sin explicación aparente. La nube en cuestión era un cúmulo y si bien había un poco de turbulencia no justificaban los movimientos del avión, que parecía atrapado en un violento Charly Bravo.
Le pregunté que pasaba y me dijo que estaba todo bien. Pronto salimos de la nube y el vuelo volvió a la normalidad. Le pregunté si estaba mirando para afuera y me dijo que no, que solo estaba cansado. Ya habíamos volado una hora así que volvimos al aeropuerto, para descansar se sacó la capota y disfrutamos del regreso a casa.

En el vuelo siguiente sucedió lo mismo. El vuelo en VMC andaba bien pero la sola presencia de una nube obstaculizando la visión mandaba todo al demonio. A esta altura ya estaba seguro que Charly tenía problemas con el vuelo básico por instrumentos y incluso suponía cual era el problema, que no encontraba un patrón cómodo para mirar los instrumentos desde el asiento de la derecha. El problema era que el afirmaba no tener problema alguno, por tanto mi primer objetivo era demostrarle que había un problema (bastante simple de solucionar) para poder resolverlo y dejarlo listo para el examen.
Planifiqué nuestro tercer vuelo para la noche. Los dos dábamos instrucción sobre todo de día, ya que era más fácil conseguir un avión y coordinar nuestros horarios luego del anochecer.

El plan era trabajar en vuelo básico por instrumentos desde el punto de vista del instructor, que cosas resaltarle al alumno y ver los errores más comunes. Entonces en vez de salir a practicar esperas, aproximaciones por VOR o ILS salimos a hacer vuelo básico (virajes, ascensos, descensos, pérdidas, vuelo lento, etc.), como si él me estuviera enseñando y estuviéramos operando en IMC. Charly volaba como siempre con la capota puesta para simular las condiciones del examen.
Yo aproveché el tramo en que volaba para ir hacia el agua, hacia el golfo de México. Volamos hacia el Oeste y una vez que salimos al mar ya no importaba que el pudiera ver o no para afuera. Estábamos en IMC, volando a 5000 pies, sin horizonte visible, aunque legalmente operábamos en VFR (el vuelo nocturno visual es legal en USA, en Argentina se asume que al volar de noche se opera en IMC por lo que debe llenarse un plan de vuelo IFR salvo que se opere en la vertical de un aeródromo). A nuestra espalda quedaban las luces de la costa. Adelante nuestro solo se veía la oscuridad.

Charly estaba volando un poco mejor, aun sin ver nada. Yo intuía que estaba acostumbrándose otra vez a escanear los instrumentos como debe hacerse siempre para volar en IFR. Así que le di un desafío mayor: le pedí que me demuestre un viraje escarpado con la capota. Esta maniobra demanda un control preciso del avión y una buena atención distributiva de todos los instrumentos.
El se lanzó muy alegre a la maniobra iniciando un viraje de 45º a la izquierda. El único problema es que se olvidó de aplicar presión al timón de profundidad para compensar por la menor superficie de sustentación provocada por el viraje.

La consecuencia de esto fue que iniciamos un descenso escarpado, el altímetro parecía roto de lo rápido que giraba y el variómetro indicaba un descenso de entre 1500 y 2000 pies por minuto (fpm). Charly no parecía conciente de nada malo. Miraba fijamente hacia adelante. Sin moverse, sin hablar, en apariencia sin siquiera pensar!
Cuando completamos dos virajes de 360 grados y ya habíamos perdido 2000 pies sin que el pareciera enterarse tomé el avión, lo nivelé y volví a ascender mientras hablábamos de los errores que había tenido la maniobra. Aplicar presión hacia atrás en el comando, aumentar la potencia para compensar por la mayor resistencia y mantener la velocidad y sobre todo escanear TODOS los instrumentos a fin de corregir los errores lo antes posible.

 Observar el ADI (Horizonte Artificial) que muestra un viraje de 45 grados con el morro muy bajo en el horizonte, la velocidad es alta, el indicador de velocidad muestra un descenso de 2000 pies/minuto o mayor y el altímetro muestra 1600 pies sobre el nivel del mar. Las luces de fondo son las de la costa y en el DME se aprecia que el avión está 3,5 millas del VOR de Naples.

El asentía como si me escuchara y parecía tranquilo. Nivelé el avión y en un gesto de confianza le dije que hiciera otra vez la maniobra, que yo no tocaría nada esta vez, que se tome su tiempo para orientarse y hacerla bien. Yo aun confiaba en él.
Su respuesta fue tomar el avión y ponerlo otra vez en un descenso espiralado que variaba entre 45 y 60 grados de inclinación. La velocidad estaba en el tope del arco verde, pero no llegaba al arco amarillo porque Charly no se había molestado en agregar potencia.
Dos minutos y 3000 pies más tarde le pregunté si estaba todo bien, y ahí me dijo que si. El altímetro pasaba para entonces por los 2000 pies con un decidido descenso. El variómetro seguía indicando 2000 pies por minuto de descenso. Algo no estaba bien pero no quedaba mucho tiempo para averiguar que era.

A 1000 pies agarré yo el avión, lo nivelé con cuidado para no exceder la velocidad máxima en la recuperación de la picada en la que estábamos metidos y encaré hacia Naples. Estaba temblando. Charly solo admitió que estaba cansado y quería volver. No podía o no quería entender como habíamos llegado de nuestros cómodos 5000 pies a nuestros 500 actuales. Afirmaba que no era su culpa, que estaba cansado y que en realidad no le gustaba volar por instrumentos.
No se porqué dejé que lleguemos tan bajos. Confiaba en él. Era instructor. Nos sentábamos juntos a hablar de técnicas de vuelo y compartíamos las miserias de los estudiantes que practicaban circuitos y nos aterraban una y otra vez. Charly era buen instructor, solo que hacia mucho que no practicaba vuelo en IMC y le costaba admitir que necesitara la práctica. Yo confundí la falta de práctica, y el riesgo que esto entrañaba, con el cansancio normal de un día de vuelo.

¿Que aprendí de esa experiencia? Que siempre que estoy dando instrucción, no importa si a mi lado vuela un alumno en su primer vuelo o un piloto retirado con 20.000 horas adaptándose al avión de la escuela, mi trabajo es estar atento para corregir los errores. Y siempre que volamos cometemos errores.
Tarde o temprano todos vamos terminar como esa noche en el golfo de México, en que descubrí en el minuto y medio de picada mortal hacia el mar, todo el camino que me faltaba aprender aun para ser un buen piloto.

Buenos Aires 9 de Noviembre de 2009


Imagen de portada

Excelente toma de un clásico de la instrucción, el Cessna 172. En este caso el LV-IGM a punto de tomar tierra en la pista del Aeroclub Escobar (foto Esteban Brea).



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