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Historias de Aviación Comercial: Air France

La taberna de Air France

La compañía de bandera francesa no escatima esfuerzos a la hora de ofrecer bebidas alcohólicas a sus pasajeros. A fines de la década de los 80, los aviones de Air France eran autenticas tabernas volantes (imagen: archivo  Pablo Luciano Potenze).

 

Texto e imágenes de archivo de Pablo Luciano Potenze / potenze@gacetaeronautica.com

Una de las preguntas difíciles del mundo del transporte aéreo es qué quiere decir servicio. Algunos —me incluyo— sostienen que es el cumplimiento estricto de los horarios, otros piensan en el transporte eficiente de equipajes, pocos hablan de casos especiales como la capacidad para transportar niños o inválidos. Un grupo, más sofisticado, lo entiende como atención en los aeropuertos y hay quienes hablan de información al pasajero.

Pero nos guste o no, y tenga sentido o no, la inmensa mayoría de los pasajeros y los no pasajeros piensan que servicio en un avión es sinónimo de comida y bebida. Desde hace mucho tiempo pregunto “inocentemente” a cualquiera que haya viajado por cualquier aerolínea "¿qué tal el servicio?" y la respuesta siempre tiene que ver, en primer lugar, con esta cuestión.

Servir comidas y bebidas a bordo es una práctica que viene de los albores del transporte aéreo. Parece —aunque no está del todo claro— que se hacía en los dirigibles de la DELAG (la primera empresa que transportó pasajeros en cantidades antes de la Primera Guerra Mundial) y Paul Codos (un piloto francés) nos cuenta en sus memorias que en la mítica Air Union de 1920 era corriente emborrachar a los pasajeros para que se sedaran y no incomodaran durante los movidos cruces del Canal de la Mancha en biplanos. Hay muchas otras referencias al tema hasta llegar al súmmum gastronómico de la aviación, que fueron los servicios intercontinentales previos a la Segunda Guerra Mundial.

Muchos pasajeros dicen que comer algo a bordo es relajante ante una experiencia que siempre produce stress. Un grupo de ellos incluye al alcohol entre los requerimientos de esta terapia y, a fuer de ser sinceros, mucha gente no puede subirse a un avión sin antes tomar un par de copas para lograr el efecto por anticipado. Muchos después siguen, y las azafatas saben bastante del tema.

En los viajes largos, además, los ciclos metabólicos hacen que los pasajeros sientan hambre, y la ingesta tiene un sentido lógico.

Da para una discusión mucho más compleja definir cómo deben ser los alimentos y las bebidas que se sirvan en los vuelos. Hay condicionantes culturales, técnicos, religiosos, sanitarios y de muchos otros tipos. No es un tema fácil.

Las aerolíneas saben que los pasajeros quieren comer y beber a bordo, y está demostrado que es un factor tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones, por lo que es lógico que sea un tema muy tenido en cuenta en los planes de marketing. Es cierto que, en los últimos tiempos, y sobre todo en las low cost, este servicio ha desaparecido o se ha reducido a su mínima expresión, pero también hay que reconocer que esta reducción está compensada con pasajes muy baratos, que no dan lugar a expectativas.

El aviso que hoy nos acompaña parece de una taberna, pero es de Air France. Muestra con una gráfica implacable todo el alcohol que se podía encontrar a bordo de un vuelo largo de la compañía en 1989, calmando con creces cualquier intranquilidad de los pasajeros al respecto.

Fue publicado en Atlas de septiembre de 1989. Se trata de una revista de a bordo, por lo que no puede ser considerado una publicidad para ganar pasajeros de la calle, pero sí como un esfuerzo para fidelizar a los existentes.

Buenos Aires 29 de Septiembre de 2010



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