Una de las preguntas
difíciles del mundo del transporte aéreo es qué quiere decir servicio.
Algunos —me incluyo— sostienen que es el cumplimiento estricto de los
horarios, otros piensan en el transporte eficiente de equipajes, pocos
hablan de casos especiales como la capacidad para transportar niños o
inválidos. Un grupo, más sofisticado, lo entiende como atención en los
aeropuertos y hay quienes hablan de información al pasajero.
Pero nos guste o no, y
tenga sentido o no, la inmensa mayoría de los pasajeros y los no
pasajeros piensan que servicio en un avión es sinónimo de comida y
bebida. Desde hace mucho tiempo pregunto “inocentemente” a cualquiera
que haya viajado por cualquier aerolínea "¿qué tal el servicio?" y la
respuesta siempre tiene que ver, en primer lugar, con esta cuestión.
Servir comidas y
bebidas a bordo es una práctica que viene de los albores del transporte
aéreo. Parece —aunque no está del todo claro— que se hacía en los
dirigibles de la DELAG (la primera empresa que transportó pasajeros en
cantidades antes de la Primera Guerra Mundial) y Paul Codos (un piloto
francés) nos cuenta en sus memorias que en la mítica Air Union de 1920
era corriente emborrachar a los pasajeros para que se sedaran y no
incomodaran durante los movidos cruces del Canal de la Mancha en
biplanos. Hay muchas otras referencias al tema hasta llegar al súmmum
gastronómico de la aviación, que fueron los servicios intercontinentales
previos a la Segunda Guerra Mundial.
Muchos pasajeros dicen
que comer algo a bordo es relajante ante una experiencia que siempre
produce stress. Un grupo de ellos incluye al alcohol entre los
requerimientos de esta terapia y, a fuer de ser sinceros, mucha gente no
puede subirse a un avión sin antes tomar un par de copas para lograr el
efecto por anticipado. Muchos después siguen, y las azafatas saben
bastante del tema.
En los viajes largos,
además, los ciclos metabólicos hacen que los pasajeros sientan hambre, y
la ingesta tiene un sentido lógico.
Da para una discusión
mucho más compleja definir cómo deben ser los alimentos y las bebidas
que se sirvan en los vuelos. Hay condicionantes culturales, técnicos,
religiosos, sanitarios y de muchos otros tipos. No es un tema fácil.
Las aerolíneas saben
que los pasajeros quieren comer y beber a bordo, y está demostrado que
es un factor tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones, por lo que
es lógico que sea un tema muy tenido en cuenta en los planes de
marketing. Es cierto que, en los últimos tiempos, y sobre todo en las
low cost, este servicio ha desaparecido o se ha reducido a su mínima
expresión, pero también hay que reconocer que esta reducción está
compensada con pasajes muy baratos, que no dan lugar a expectativas.
El aviso que hoy nos
acompaña parece de una taberna, pero es de Air France. Muestra con una
gráfica implacable todo el alcohol que se podía encontrar a bordo de un
vuelo largo de la compañía en 1989, calmando con creces cualquier
intranquilidad de los pasajeros al respecto.
Fue publicado en
Atlas de septiembre de 1989. Se trata de una revista de a bordo, por
lo que no puede ser considerado una publicidad para ganar pasajeros de
la calle, pero sí como un esfuerzo para fidelizar a los existentes.
Buenos Aires 29 de
Septiembre
de 2010