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Airshows: Cosford 2011
Reflexiones sobre espectáculos aéreos “oficiales” en tiempos de crisis

 

Ben Whabnoski, personificando a su alias “El veterano Capitán Bugaboo”, intenta aterrizar su Piper Cub en una plataforma rodante en movimiento. Finalmente los fuertes vientos no le permitirían lograrlo (foto: Pablo Benveniste).

 

Texto de Pablo A. Benveniste

Hablar de un show aéreo de Europa Occidental, suele significar palabras mayores. No sólo por el potencial y la variedad de exhibiciones capaces de brindar la mayoría de los países de aquella región, sino también por la proximidad de otras tantas naciones en condiciones de participar con sus no menos importantes elementos.

Cada año sin excepción, resulta casi inevitable enterarse de lo que acontece en eventos internacionales de trascendencia como Le Bourget o Farnborough. Sin embargo, a otra escala y con otros intereses, decenas de espectáculos tienen lugar en diversos (y por momentos hasta desconocidos) tipos de locaciones, prácticamente todos los fines de semana de la temporada primavera – verano del hemisferio norte. Estas ocasiones pueden tratarse desde simples y coloridos encuentros temáticos en aeródromos hasta despliegues organizados por una fuerza militar en alguna base aérea o en cercanías de ella.

Menospreciar estas convocatorias sería un grave error. Muchas veces, el público aficionado tiene acceso a atracciones específicas que no verían en otro lado. Además, claro está, el orden, la seguridad, la limpieza y, por qué no, la extravagancia, suelen ser también denominadores comunes en todos los casos.

Las siguientes líneas tienen por objeto el hacer foco en el desarrollo de un show aéreo en una pequeña pero histórica base, organizado anualmente por la Real Fuerza Aérea de Inglaterra que, aún cuando desde siempre ha permanecido como una de las principales fuerzas aéreas del mundo, actualmente se encuentra atravesando una profunda crisis y restructuración. No obstante, lejos de relatar maniobras de un Tornado o las diferentes formaciones de la Escuadrilla Acrobática Red Arrows, se intentará enfatizar en aspectos en los que bien podrían trazarse paralelos respecto a las particularidades de los eventos aeronáuticos “oficiales” organizados en la Argentina en los últimos años.

Luego de más de 40 años algunos Percival Jet Provost T Mk.5 continúan entrenando pilotos de la RAF. El XW325, sin embargo, se encuentra actualmente en manos civiles (foto: Pablo Benveniste).

La base aérea de Cosford se encuentra próxima a la ciudad de Wolverhampton, a unos 200km de Londres. Creada en 1938, siempre estuvo destinada a mantenimiento y formación. Con los recortes de defensa en la Gran Bretaña, sus limitadas instalaciones la han llevado al borde del cierre más de una vez. Su única y corta pista (24 – 06) de 1.180 mts., la hace inviable para operaciones de la mayoría de los sistemas de armas y sus dimensiones generales no permitirían un mínimo despliegue a la altura de las necesidades. Su legado histórico y las instalaciones de entrenamiento para nuevos reclutas la han logrado mantener en pié, pese a las circunstancias actuales.

Spotters se congregan regularmente en la plataforma de la estación de tren, prácticamente a metros de la cabecera, para presenciar la operación de tan sólo un puñado de pequeños aviones operativos en este lugar. La sección de vuelo está integrada por veteranos Jet Provost, Grob Vigiliant T.1 y Grob Tutor. Sin embargo, en los amplios hangares, se puede encontrar casi una fuerza aérea entera, pero integrada por un sinnúmero de aeronaves que no volverán jamás a surcar los cielos de la Reina. No es que hablemos de piezas de museo, ni mucho menos. La crisis ha llevado a cuestionadas (y en su mayoría prematuras) desprogramaciones masivas de sistemas de armas enteros. Así, los cadetes cuentan en Cosford con una desproporcionada cantidad de unidades disponible para todo tipo de formaciones.

A cada paso se puede apreciar un SEPECAT Jaguar diferente. Retirados en 2007, prácticamente todas las células sobrevivientes (tanto mono y biplazas) culminaron su carrera en estas instalaciones. Aunque en abrumadora minora, también es posible encontrar algunos Tornados GR.1 y helicópteros Gazelle, Wessex y Sea King (cedidos por la Armada Real) de diversas versiones.

Reclutas simulan el montaje de armamento de última generación en un caza de ataque (foto: Pablo Benveniste).

En este contexto, una parte importante del despliegue terrestre para un show aéreo no resulta de gran dificultad. Después de todo, un caza supersónico desarmado, el funcionamiento de partes móviles (con tan sólo conectar unos generadores) y el montaje de armamento de actualidad como Paveways y AMRAAM, son atractivos indiscutibles y sumamente didácticos ya disponibles de antemano para los entrenamientos cotidianos.

En el ámbito local argentino, el público general difícilmente tiene acceso a unidades desprogramadas destinadas a formación. ¿Cuál sería el impedimento real para disponer de una célula recientemente retirada de servicio de, por ejemplo, un MS.760 destinada a demostraciones funcionales en tierra, en lugar de permanecer inerte hasta que todos sus sistemas se degraden completamente? ¿Cuán utópico sería considerar un Mirage IIIEA en esta situación en un futuro cercano, siendo equipado con alguno de los varios misiles Matra de simulación disponibles?

Cabe una mención especial para el "stand" montado por la compañía fabricante de maquetas Airfix, que se encuentra desde hace algún tiempo inmersa en una etapa de reposicionamiento de mercado. A fin de fomentar el hobby, viejos y obsoletos kits eran repartidos en forma gratuita, para que familias enteras, acomodadas en largas mesas, puedan armar y pintar pequeños y sencillos modelos de Harriers y Spitfires.

En exteriores, y bajo una leve pero molesta llovizna, se encontraban situados numerosos puestos feriales y atracciones que incluían hasta un tren fantasma. Por momentos la base aérea tomaba forma de un auténtico parque de diversiones. A esto se le sumaban incontables carpas de vendedores de indumentaria, coleccionables, maquetas, etc. entremezcladas con representaciones de las diferentes escuadrillas que realizaban sus números. Llamativamente, todas estas agrupaciones, de gran prestigio por cierto como los Red Arrows, llamaban a la solidaridad con sus alcancías para donaciones, lo cual fue simplemente el prólogo a las hordas itinerantes de reclutas caminado por la muestra agitando sus latitas y urnas, solicitando aportes “generosos” para la fuerza. Cabe destacar en este punto, que el evento de por sí no era gratuito. Una entrada, comprada en el show, cuesta la no menor suma de 25 Libras (más otras 5 de un programa ilustrado bien editado y presentado).

Decenas de SEPECAT Jaguar desprogramados en 2007 sirven de plataforma de formación en la actualidad. En la muestra se pudieron apreciar interesantes despieces de sus componentes y bancos de trabajo (foto: Pablo Benveniste).

Reflexionando sobre la situación argentina, seguramente no hemos llegado a este extremo ni lo haremos nunca. Esto no quita el planteo sobre la viabilidad del cobro de una entrada, definiendo pros y contras de apuntar a públicos determinados en lugar de fomentar la visita de masas. La venta interna de un programa incluyendo las debidas referencias a las unidades participantes, seguramente no es algo para descartar tampoco.

Lo que muy probablemente hubiera resultado la vedette de un evento de este tipo, brilló por su tal vez estratégica ausencia. A la pregunta infaltable indagando sobre el paradero de los Eurofighters, la respuesta inmediata era “en Libia, por supuesto”. Las intervenciones en dicha nación como en Afganistán, eran mencionadas hasta el cansancio, encausando a jóvenes visitantes a los puestos de reclutamiento.

¿Hasta cuándo será posible hacer referencia a Malvinas en los esfuerzos de promoción por parte de las fuerzas armadas argentinas? ¿Cuál es el alcance que se le pretende dar localmente a las misiones de paz, sanitarias, fronterizas, etc.?

Las expectativas generadas por el despliegue aéreo eran realmente elevadas. El vacío provocado por ausencia de Harriers y Eurofighters, le daba un mayor protagonismo a gran variedad warbirds prácticamente de todas las épocas, algunos de ellos realmente únicos como un Avro Vulcan o un Gloster Meteor NF.13. Sin embargo, desde temprano quedó claro que el único rugido presente durante toda la jornada iba a ser el de la incesante lluvia, tristemente pronosticada con tanta seguridad y antelación como los números aéreos de la exhibición.

Todavía impecable, el Jaguar GR.3A XX119 en la actualidad luce su particular esquema únicamente durante entrenamientos en tierra y rodajes, ya que el avión no vuela (foto: Pablo Benveniste).

Show Must Go On, es sin duda una frase bastante utilizada y, esta vez, además, jugaba de local. Una selección de aeronaves debían demostrar sus capacidades “todo tiempo” y poder desafiar el bajo techo y los fuertes vientos al menos por unos minutos. Así fue como los primeros en asumir esa responsabilidad, fueron los dos Lynxs HMA.8 de la escuadrilla “Black Cats” de la Armada Real. Muy cercanos al público, brindaron un verdadero show de maniobras sincronizadas. Aunque tal vez algo opacados por los helos británicos, dos AgustaWestland A109BA del Ejército Belga, realizaron también una exhibición posteriormente.

Haciendo una breve reseña a las capacidades Argentinas en materia de helicópteros, el siempre presente simulacro de rescate tras las líneas enemigas realizado por los componentes de la VII Br.Aer. no resulta para nada despreciable.

Poco después le tocó el turno al intrépido piloto Ben Whabnoski, quien al comando de un Piper Cub, llevó a cabo su conocida rutina de vuelo a bajo nivel estilo “piloto borracho” yendo y viniendo a lo largo y ancho de la pista cual bufón del evento. Los relatos acompañaron sus inesperadas y arriesgadas acciones, dándole un marco de comedia.

Párrafo aparte normalmente merecería la Escuadrilla Acrobática “Red Arrows”, aunque esta vez se hizo presente haciendo sólo pasajes de formación con un total de 8 aeronaves. Francamente, desaparecían casi automáticamente luego de cada viraje al atravesar espesas nubes, por lo que exigir un mínimo grado de riesgo en sus pasadas era realmente imposible.

La práctica de “lotear” el perímetro del vallado utilizando diversos métodos de acampe, parece habitual en este tipo de shows (foto: Pablo Benveniste).

Luego de algunos intrascendentes props (que difícilmente podrían superar las actuaciones de Pitts, Rans y otros que se presentan varias veces al año en el ámbito local), un solitario pero estruendoso Tornado Gr.4 evaporó literalmente la constante cortina de agua con sus postquemadores. Sus pasadas eran seguidas de importantes explosiones simulando sus ataques, efectos que no serían tan difíciles de adecuar para un A-4AR, Mirage o incluso un Pucará.

Ya llegarán tiempos mejores para la aviación militar argentina y, quién sabe, el momento de redefinir la estructura de eventos y exhibiciones. Después de todo, excluyendo exóticos warbirds y comparaciones con las principales ferias internacionales, no estaremos entonces tan lejos del acontecer aeronáutico de entretenimiento primermundista de los tiempos que corren.

Buenos Aires, 5 de Septiembre de 2011


Imagen de portada

Dos Westland Lynx HMA.8 de la Armada Real pilotados por la Escuadrilla “Black Cats” realizan su rutina acrobática (foto: Pablo Benveniste).



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