Hablar de un show
aéreo de Europa Occidental, suele significar palabras mayores. No sólo
por el potencial y la variedad de exhibiciones capaces de brindar la
mayoría de los países de aquella región, sino también por la proximidad
de otras tantas naciones en condiciones de participar con sus no menos
importantes elementos.
Cada año sin excepción, resulta casi inevitable enterarse de lo que
acontece en eventos internacionales de trascendencia como Le Bourget o Farnborough. Sin embargo, a otra escala y con otros intereses, decenas
de espectáculos tienen lugar en diversos (y por momentos hasta
desconocidos) tipos de locaciones, prácticamente todos los fines de
semana de la temporada primavera – verano del hemisferio norte. Estas
ocasiones pueden tratarse desde simples y coloridos encuentros temáticos
en aeródromos hasta despliegues organizados por una fuerza militar en
alguna base aérea o en cercanías de ella.
Menospreciar estas convocatorias sería un grave error. Muchas veces, el
público aficionado tiene acceso a atracciones específicas que no verían
en otro lado. Además, claro está, el orden, la seguridad, la limpieza y,
por qué no, la extravagancia, suelen ser también denominadores comunes en
todos los casos.
Las siguientes líneas tienen por objeto el hacer foco en el desarrollo
de un show aéreo en una pequeña pero histórica base, organizado
anualmente por la Real Fuerza Aérea de Inglaterra que, aún cuando desde
siempre ha permanecido como una de las principales fuerzas aéreas del
mundo, actualmente se encuentra atravesando una profunda crisis y
restructuración. No obstante, lejos de relatar maniobras de un Tornado o
las diferentes formaciones de la Escuadrilla Acrobática Red Arrows, se
intentará enfatizar en aspectos en los que bien podrían trazarse
paralelos respecto a las particularidades de los eventos aeronáuticos
“oficiales” organizados en la Argentina en los últimos años.
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Luego de más de 40 años
algunos Percival Jet Provost T Mk.5 continúan
entrenando pilotos de la RAF. El XW325, sin embargo,
se encuentra actualmente en manos civiles (foto:
Pablo Benveniste). |
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La base aérea de Cosford se encuentra próxima a la ciudad de
Wolverhampton, a unos 200km de Londres. Creada en 1938, siempre estuvo
destinada a mantenimiento y formación. Con los recortes de defensa en la
Gran Bretaña, sus limitadas instalaciones la han llevado al borde del
cierre más de una vez. Su única y corta pista (24 – 06) de 1.180 mts.,
la hace inviable para operaciones de la mayoría de los sistemas de armas
y sus dimensiones generales no permitirían un mínimo despliegue a la
altura de las necesidades. Su legado histórico y las instalaciones de
entrenamiento para nuevos reclutas la han logrado mantener en pié, pese
a las circunstancias actuales.
Spotters se congregan regularmente en la plataforma de la estación de
tren, prácticamente a metros de la cabecera, para presenciar la
operación de tan sólo un puñado de pequeños aviones operativos en este
lugar. La sección de vuelo está integrada por veteranos Jet Provost, Grob Vigiliant T.1 y Grob
Tutor. Sin embargo, en los amplios hangares, se puede encontrar casi una fuerza aérea entera, pero integrada por un sinnúmero de aeronaves que no volverán
jamás a surcar los cielos de la Reina. No es que hablemos de piezas de
museo, ni mucho menos. La crisis ha llevado a cuestionadas (y en su
mayoría prematuras) desprogramaciones masivas de sistemas de armas
enteros. Así, los cadetes cuentan en Cosford con una desproporcionada
cantidad de unidades disponible para todo tipo de formaciones.
A cada paso se puede apreciar un SEPECAT Jaguar diferente. Retirados en
2007, prácticamente todas las células sobrevivientes (tanto mono y
biplazas) culminaron su carrera en estas instalaciones. Aunque en
abrumadora minora, también es posible encontrar algunos Tornados GR.1 y
helicópteros Gazelle, Wessex y Sea King (cedidos por la Armada Real) de
diversas versiones.
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Reclutas simulan el
montaje de armamento de última generación en un caza
de ataque (foto: Pablo Benveniste). |
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En este contexto, una parte importante del despliegue terrestre para un
show aéreo no resulta de gran dificultad. Después de todo, un caza
supersónico desarmado, el funcionamiento de partes móviles (con tan sólo
conectar unos generadores) y el montaje de armamento de actualidad como
Paveways y AMRAAM, son atractivos indiscutibles y sumamente didácticos
ya disponibles de antemano para los entrenamientos cotidianos.
En el ámbito local argentino, el público general difícilmente tiene
acceso a unidades desprogramadas destinadas a formación. ¿Cuál sería el
impedimento real para disponer de una célula recientemente retirada de
servicio
de, por ejemplo, un MS.760 destinada a demostraciones funcionales en
tierra, en lugar de permanecer inerte hasta que todos sus sistemas se
degraden completamente? ¿Cuán utópico sería considerar un Mirage IIIEA
en esta situación en un futuro cercano, siendo equipado con alguno de
los varios misiles Matra de simulación disponibles?
Cabe una mención especial para el "stand" montado por la compañía
fabricante de maquetas Airfix, que se encuentra desde hace algún tiempo
inmersa en una etapa de reposicionamiento de mercado. A fin de fomentar
el hobby, viejos y obsoletos kits eran repartidos en forma gratuita,
para que familias enteras, acomodadas en largas mesas, puedan armar y
pintar pequeños y sencillos modelos de Harriers y Spitfires.
En exteriores, y bajo una leve pero molesta llovizna, se encontraban
situados numerosos puestos feriales y atracciones que incluían hasta un
tren fantasma. Por momentos la base aérea tomaba forma de un auténtico
parque de diversiones. A esto se le sumaban incontables carpas de
vendedores de indumentaria, coleccionables, maquetas, etc. entremezcladas
con representaciones de las diferentes escuadrillas que
realizaban sus números. Llamativamente, todas estas agrupaciones, de
gran prestigio por cierto como los Red Arrows, llamaban a la solidaridad
con sus alcancías para donaciones, lo cual fue simplemente el prólogo a
las hordas itinerantes de reclutas caminado por la muestra agitando sus
latitas y urnas, solicitando aportes “generosos” para la fuerza. Cabe
destacar en este punto, que el evento de por sí no era gratuito. Una
entrada, comprada en el show, cuesta la no menor suma de 25 Libras (más
otras 5 de un programa ilustrado bien editado y presentado).
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Decenas de SEPECAT
Jaguar desprogramados en 2007 sirven de plataforma
de formación en la actualidad. En la muestra se
pudieron apreciar interesantes despieces de sus
componentes y bancos de trabajo (foto: Pablo
Benveniste). |
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Reflexionando sobre la situación argentina, seguramente no hemos llegado
a este extremo ni lo haremos nunca. Esto no quita el planteo sobre la
viabilidad del cobro de una entrada, definiendo pros y contras de
apuntar a públicos determinados en lugar de fomentar la visita de masas.
La venta interna de un programa incluyendo las debidas referencias a las
unidades participantes, seguramente no es algo para descartar tampoco.
Lo que muy probablemente hubiera resultado la vedette de un evento de
este tipo, brilló por su tal vez estratégica ausencia. A la pregunta
infaltable indagando sobre el paradero de los Eurofighters, la
respuesta inmediata era “en Libia, por supuesto”. Las intervenciones en
dicha nación como en Afganistán, eran mencionadas hasta el cansancio,
encausando a jóvenes visitantes a los puestos de reclutamiento.
¿Hasta cuándo será posible hacer referencia a Malvinas en los esfuerzos
de promoción por parte de las fuerzas armadas argentinas? ¿Cuál es el
alcance que se le pretende dar localmente a las misiones de paz,
sanitarias, fronterizas, etc.?
Las expectativas generadas por el despliegue aéreo eran realmente
elevadas. El vacío provocado por ausencia de Harriers y Eurofighters, le
daba un mayor protagonismo a gran variedad warbirds prácticamente de
todas las épocas, algunos de ellos realmente únicos como un Avro Vulcan
o un Gloster Meteor NF.13. Sin embargo, desde temprano quedó claro que
el único rugido presente durante toda la jornada iba a ser el de la
incesante lluvia, tristemente pronosticada con tanta seguridad y
antelación como los números aéreos de la exhibición.
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Todavía impecable, el
Jaguar GR.3A XX119 en la actualidad luce su
particular esquema únicamente durante entrenamientos
en tierra y rodajes, ya que el avión no vuela (foto:
Pablo Benveniste). |
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Show Must Go On, es sin duda una frase bastante utilizada y, esta vez,
además, jugaba de local. Una selección de aeronaves debían demostrar sus
capacidades “todo tiempo” y poder desafiar el bajo techo y los fuertes
vientos al menos por unos minutos. Así fue como los primeros en asumir
esa responsabilidad, fueron los dos Lynxs HMA.8 de la escuadrilla “Black
Cats” de la Armada Real. Muy cercanos al público, brindaron un verdadero
show de maniobras sincronizadas. Aunque tal vez algo opacados por los
helos británicos, dos AgustaWestland A109BA del Ejército Belga,
realizaron también una exhibición posteriormente.
Haciendo una breve reseña a las capacidades Argentinas en materia de
helicópteros, el siempre presente simulacro de rescate tras las líneas
enemigas realizado por los componentes de la VII Br.Aer. no resulta para
nada despreciable.
Poco después le tocó el turno al intrépido piloto Ben Whabnoski, quien
al comando de un Piper Cub, llevó a cabo su conocida rutina de vuelo a
bajo nivel estilo “piloto borracho” yendo y viniendo a lo largo y ancho
de la pista cual bufón del evento. Los relatos acompañaron sus inesperadas
y arriesgadas acciones, dándole un marco de comedia.
Párrafo aparte normalmente merecería la Escuadrilla Acrobática “Red
Arrows”, aunque esta vez se hizo presente haciendo sólo pasajes de
formación con un total de 8 aeronaves. Francamente, desaparecían casi
automáticamente luego de cada viraje al atravesar espesas nubes, por lo
que exigir un mínimo grado de riesgo en sus pasadas era realmente
imposible.
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La práctica de “lotear”
el perímetro del vallado utilizando diversos métodos
de acampe, parece habitual en este tipo de shows
(foto: Pablo Benveniste). |
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Luego de algunos intrascendentes props (que difícilmente podrían superar
las actuaciones de Pitts, Rans y otros que se presentan varias veces al
año en el ámbito local), un solitario pero estruendoso Tornado Gr.4
evaporó literalmente la constante cortina de agua con sus postquemadores.
Sus pasadas eran seguidas de importantes explosiones simulando sus
ataques, efectos que no serían tan difíciles de adecuar para un A-4AR,
Mirage o incluso un Pucará.
Ya llegarán tiempos mejores para la aviación militar argentina y, quién
sabe, el momento de redefinir la estructura de eventos y exhibiciones.
Después de todo, excluyendo exóticos warbirds y comparaciones con las
principales ferias internacionales, no estaremos entonces tan lejos del
acontecer aeronáutico de entretenimiento primermundista de los tiempos
que corren.
Buenos Aires, 5 de
Septiembre
de 2011
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