Jamás hablé de esto
con mis colegas, pero debo reconocer que disfruto muchísimo de las
actividades previas al trabajo fotográfico. Es un verdadero placer
programar los viajes, alistar el equipo y fundamentalmente, recorrer
largas distancias camino a los festivales, conduciendo a través de
cientos de kilómetros acompañado de buena música y una infaltable taza
de café.
Tal vez por eso me sorprendió el fastidio que sentí cuando el
reloj-despertador indicó las 4.30 de la mañana, aquel 15 de agosto de
2010. El plan del día incluía un viaje de unos 400 kilómetros hasta la
ciudad de El Trébol1, para asistir a su festival aéreo. Si bien no
esperaba una participación masiva de aeronaves, el interior de la
República Argentina es pródigo en sorpresas, por lo que estaba seguro
que encontraría algún avión histórico o fuera de lo común que
justificase el esfuerzo del traslado. Por otra parte, la presencia de la
Escuadrilla Argentina de Acrobacia Aérea garantizaba por sí solo un alto
nivel en el espectáculo.
Increíblemente, durante la primera parte del día aquella sensación
inicial de fastidio fue incrementándose por múltiples razones (problemas
con mi auto, malas condiciones meteorológicas, etc.). Y por primera vez
en casi 14 años de eventos aéreos llegué a preguntarme: qué estoy
haciendo aquí?.....para qué hago esto?. No lo sabía, pero la respuesta a
mi pregunta llegaría durante las primeras horas de la tarde, de la
manera más inesperada.
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Afiche
publicitario del festival (archivo: Gaceta Aeronáutica). |
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En el transcurso de la mañana la actividad del festival fue la habitual
en este tipo de eventos, con el arribo de aeronaves particulares en un
marco de una buena organización y calidez general. Mereció especial
mención la presentación de la Escuadrilla Argentina de Acrobacia Aérea,
que alineando 2 S-9 y un S-10 realizó la rutina más ajustada y precisa
que yo recuerde (conste que he visto muchísimas de sus exhibiciones).
A primera hora de la tarde, paracaidistas y algunos aviones civiles
mantuvieron la atención del público en general, hasta que alrededor de
las 14.30 despegó uno de los aviones de la Escuadrilla para efectuar una
demostración en solitario. Al mando de Dino Moliné, el S-9 matrícula LV-X331
comenzó con su secuencia acrobática ante las 3000 personas que
presenciaban el evento.
Lo que sigue es conocido por casi todos: al efectuar una maniobra en
ascenso con G negativas, el avión perdió uno de sus planos. En segundos
y con indudable destreza, el piloto alcanzó a desplegar el paracaídas
balístico que equipaba al avión, descendió y abandonó el aparato casi
sin lesiones, lejos de la ubicación del público.
Si bien es un lugar común, quisiera resaltar que no
existen palabras para describir lo que se siente al presenciar una
contingencia de este tipo. En mi caso, debo reconocer con cierta
vergüenza que mi primer instinto fue enfocar y fotografiar la escena,
mientras rogaba que el paracaídas funcionara correctamente. Luego con
Dino ya a salvo, resultó difícil descifrar los sentimientos: estaba
alegre por ver al piloto sano, y satisfecho por haber obtenido quizás la
mejor secuencia fotográfica de mi vida. Pero no podía evitar sentir una
gran tristeza al ver el incendio que destruyó un avión que tanto
sacrificio costó adquirir y construir.
Sea cual fuere la causa del accidente (no estoy capacitado para opinar
sobre ello), desde mi inexperto punto de vista quisiera resaltar la
adecuada política de seguridad de la Escuadrilla, materializada en estos
tres puntos:
-
Instalación de equipos de emergencia en los aviones (paracaídas
balísticos)
-
Realización de las maniobras riesgosas lejos de la zona del público
-
Correcto entrenamiento de los pilotos.
Con
respecto a las causas del accidente y a las condiciones de seguridad de
la Escuadrilla Argentina de Acrobacia Aérea, su Director me ha hecho
llegar la siguiente información, la que transcribo textualmente:
“…Una
vez creada la escuadrilla, el concepto de formación y enseñanza de
nuevos pilotos incluye por supuesto la idea del error, pero por otra
parte, nosotros asumimos siempre, que el error es inherente al ser
humano, así que todo el trabajo va enfocado a minimizar las
consecuencias de los posibles errores y no a suponer que no van a
ocurrir.
En ese contexto, empezando por mis accidentes, que fueron siempre
errores míos, cada sistema, cada entrenamiento y cada tipo y forma de
trabajo presupone la posibilidad de un error y presupone, por lo menos,
una opción para salvar su consecuencia lo mejor posible.
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Rizo negativo. |
Sin el ala izquierda. |
Disparo del paracaídas balística |
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En este caso en particular, y hasta que consigamos hacer ensayos
especiales sobre los montantes del avión, que muestren otra cosa,
suponemos con una seguridad de un 99%, que se excedió la carga máxima de
G que soporta el ala, y por eso colapsaron los montantes hacia adentro
(pandeo), los dos al mismo tiempo y exactamente al medio.
Al empezar un rizo negativo, y poner el máximo de carga negativa, es
probable que el avión atravesara una zona de turbulencia fuerte (el día
estaba muy ventoso y turbulento), y la sumatoria de esfuerzo del avión
más la carga externa rompió por compresión los dos montantes y el ala se
pliega primero, desprendiéndose después. No hay falla ni fatiga alguna
en la aeronave, simplemente el vuelo fuera de los límites previstos de
carga máxima estructural. Más adelante determinaremos el porqué, que por
supuesto no será por una única causa, sino varias concurrentes (ángulo,
velocidad, potencia, turbulencia severa, etc.)
La altura y la posición para este tipo de maniobras de alta exigencia
eran justamente las correctas (ya que si bien se hacen vuelos muy bajos,
no se carga en los límites el avión allí).
Cabe aclarar que el show con tres aviones formados tiene baja exigencia
de carga y de maniobras para poder formar, y el vuelo de demostración
individual, tiene justamente, la demostración de todo el límite del
piloto y avión en conjunto.
Este avión en particular tiene tres años de nuevo y su paracaídas
balístico también. El Ingeniero Ernesto Acerbo, tercer piloto del equipo
y representante en Argentina de Rans y del paracaídas balístico
BRS es además quién lo instaló correctamente y creo se lleva
todo el aplauso, junto con la lucidez del Piloto Dino Moline cuyos
procedimientos de emergencia fueron exactos.
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Despliegue del paracaídas. |
Paracaídas abierto completamente. |
Lento descenso sobre el campo. |
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Siempre que vuela uno, o todos los aviones de la "Escuadrilla Argentina
de Acrobacia Aérea" hay en tierra un director de vuelo, quién ordena la
apertura del paracaídas en el momento en que se va el ala, al mismo
tiempo que el piloto está decidiendo hacer lo mismo. El locutor también
forma parte del equipo y maneja a su vez el público y los sistemas de
emergencia.
Por eso la alegría, todos hicieron lo que había que hacer correctamente.
Y por eso nuestro orgullo con todo el equipo.
Sabemos que no tiene que pasar nada y que el ideal es que no se cometan
errores, pero estamos muy felices de saber que el entrenamiento que
hacemos, y la manera de trabajar hasta ahora, (llevo 14 años con esos
paracaídas balísticos instalados) es lo correcto, funcionó todo
perfectamente y eso permite que hoy estemos festejando. En el
video,
pasan tres segundos entre que se desprende el ala y sale el cohete que
arrastra el paracaídas. Escuchen el audio. Vean la disposición de
público y caja de vuelo. Y, aunque no se vean, bomberos y ambulancia
parten hacia la trayectoria del avión en emergencia. Como el avión gira,
la cuerda principal se traba en la cola y por eso la posición de punta,
sino, además quedaría con la cabina arriba. Pero por algo es
especialmente larga la cuerda principal, evita que se complique el
paracaídas propiamente dicho.
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El Rans
llega a tierra suavemente. |
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El ala que se fue era la que lleva el tanque de combustible, así que las
mangueras rociaron parte de la cabina con nafta iniciando un pequeño
fuego en la cabina y un fuego más grande en el rastrojo de maíz, lo que
ocasionó, una vez que el piloto estaba afuera de la cabina, que el
incendio consumiera toda la aeronave. No hubo golpe fuerte al llegar al
suelo por la baja velocidad de descenso del paracaídas, pero el avión
fue arrastrado por el mismo unos 80 metros en el suelo, dado que había
viento fuerte. Al salir, el piloto es arrastrado también y se raspa
contra el suelo.
Hoy somos la única escuadrilla del país, y una de las dos únicas de Sud
América, con además, el criterio de formar chicos jóvenes en esta
actividad para que siga creciendo.
Somos también los únicos acrobáticos que usamos el sistema de paracaídas
balístico, no porque los aviones sean inseguros, ni porque se desgasten
como escribieron por allí, sino porque asumimos la posibilidad de un
error. Los que están en el ambiente conocen de, por ejemplo, del ala que
se voló de la mejor serie de Sukoi con fatales consecuencias, o del ala
que se le fue a Sean Tuker, o la del Tucano de la Escuadrilla Fumasa sobre
la playa, sólo por citar algunos ejemplos…”
Por la tarde de aquel domingo, mientras desandaba los 400
kms desde el El Trébol hasta General Rodríguez, mi ciudad natal, no
podía dejar de pensar que había asistido a uno de los momentos más
impactantes a los que un spotter se puede enfrentar. Y finalmente comprendí
por qué, a pesar de todos los inconvenientes y el fastidio de aquella
mañana, mi decisión no había sido errada.
General Rodríguez, 20 de
Septiembre de 2010
Notas:
[1] El municipio de El Trébol se
encuentra ubicado a unos 430 kilómetros al noroeste de la ciudad de
Buenos Aires, en el corazón de la provincia de Santa Fe. Con una
superficie de unos 345 kms2, cuenta con unos 16 mil habitantes, y
desarrolla una actividad eminentemente agrícola-ganadera.
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