Los aviones son como las serpientes.
Seducen e hipnotizan a sus víctimas antes de matarlas. Muchos
empresarios pueden atestiguarlo.
El río de la Plata
La historia del Río de la Plata es larga y
complicada. Colonia del Sacramento y Montevideo siempre estuvieron
unidas y separadas de Buenos Aires por este curso de agua, y el
transporte de mercancías y personas entre sus costas siempre fue una
cuestión prioritaria, primero para la colonia española, para las
Provincias Unidas después, y para Argentina y Uruguay, como países
separados, desde 1828. Buques civiles y militares de todo tipo —y de
todas las banderas— navegaron estas aguas, y Montevideo fue sitiada por
tierra y por agua varias veces.
Los servicios comerciales en buque entre ambas costas se remontan a la
colonia, contabilizando nombres tan famosos como Santiago de Liniers,
Guillermo Brown a principios del siglo XIX.
A mediados del siglo XIX llegó el vapor, y los viajes fueron más rápidos
y más cómodos. Mihanovich primero y Dodero después fueron los grandes
empresarios de la navegación en el estuario. Después vino la
nacionalización, luego el diesel, y en 1962 la Flota Fluvial puso en
servicio la "electronave" Nicolás Mihanovich que podía hacer el cruce a
Colonia en dos horas y media llevando pasajeros y autos. Más o menos al
mismo tiempo la empresa Alimar introdujo un servicio de alíscafos que
cruzaban a Colonia en menos de una hora.
Los servicios aéreos
El primer servicio aéreo de pasajeros en el
que se cobró boleto de ambos países fue entre Buenos Aires y Montevideo,
en 1919. El segundo en 1921 (ver
La Gran Novedad). y el tercero en 1924 también tuvieron esa
ruta. Desde mediados de 1929 hay vuelos de pasajeros regulares
ininterrumpidos entre ambas ciudades. Es la ruta más antigua de ambos
países.
A mediados de la década de 1920 diversas empresas europeas y
norteamericanas proyectaron servicios aéreos entre sus metrópolis y
Sudamérica. Los destinos finales de estas rutas fueron —según desde
donde vinieran— Santiago de Chile y Buenos Aires, lo que significaba que
aviones de varias nacionalidades pasarían inevitablemente sobre el
territorio uruguayo y lo conectarían con el resto del mundo. El tamaño
del país no exigía mucho más, y así fue como, sin habérselo propuesto y
sin ningún esfuerzo real, a principios de los años treinta Montevideo
estaba servida por aviones alemanes, franceses y norteamericanos. El
país dejó hacer, y no se preocupó por crear líneas domésticas hasta que
en 1935 (una fecha tardía para la media latinoamericana) un grupo
privado uruguayo encabezado por los hermanos Vaeza y apoyado por
inversores ingleses creó PLUNA (Primeras Líneas Uruguayas de Navegación
Aérea), que voló de Montevideo a Salto, y luego a Rivera y Tacuarembó
usando dos aviones De Havilland DH-90 Dragonfly con capacidad para tres
pasajeros.
Como sucede siempre en estos casos, el Estado muy pronto los subsidió, e
invirtió en el capital empresario, al punto que cuando empezó la Segunda
Guerra Mundial tenía una participación del 83% en la compañía. En 1936
se formó CAUSA (Compañía Aeronáutica Uruguaya Sociedad Anónima), que
voló a Buenos Aires, y en 1939 comenzó a operar un efímero Expreso del
Plata que voló entre Buenos Aires y Colonia con un De Havilland DH-89
Dragon Rapide con flotadores.
La Historia de posguerra es más conocida. Las aerolíneas uruguayas se
limitaron a hacer algunos servicios regionales, CAUSA dejó de operar en
1967 y Pluna se convirtió en una empresa estatal, que desde fines de los
años cincuenta, con una flota de Vickers Viscount, se hizo fuerte en el
Río de la Plata, sobre el que volaba con un estricto convenio de
reciprocidad con la Argentina, a lo que sumó algunos servicios a Brasil.
Cuando llegó la moda de las privatizaciones, a principios de los años
noventa, el 49% de la empresa fue vendido a Varig, que la administró mal
y prácticamente la abandonó en medio de su crisis en Brasil.
Argentina, por su parte, desarrolló a Aerolíneas Argentinas, y vivió uno
de sus capítulos feos cuando sacó a Austral de la ruta en 1979 para
poner en funcionamiento el llamado “Puente Aéreo” sobre el Río de la
Plata operado por la empresa estatal argentina y Pluna.
Los últimos participantes fueron ARCO (Aerolíneas Colonia), vinculada a
la empresa de buses ONDA, Aero Uruguay y LAPA, que volaron entre
Aeroparque y Colonia con entusiasmos y aeronaves diversos en las últimas
décadas del siglo pasado. Hubo algún otro operador en la ruta a Colonia.
Buquebús
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“El
avión de Buquebús”. Se trata de una imagen publicitaria
tomada de los diarios de 1992 cuando se incorporó el
Patricia Olivia (imagen: archivo Pablo Luciano Potenze). |
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Juan Carlos López Mena comenzó sus
actividades navieras con un buque comprado de ocasión, el Ciudad de
Colonia, en 1980 para formar una empresa argentina que se llamó Ríos
Argentinos. En 1994 absorbió las flotas de Belt y Alimar, poniendo luego
fin al período de los aliscafos (uno de ellos navega todavía en el lago
Nahuel Huapi).
Ríos Argentinos sobre el fin del siglo dejó de operar, cediendo su lugar
a Buquebús, una empresa de López Mena que apuntó al mismo mercado, pero
con bandera uruguaya (el verdadero nombre de la empresa es Los Cipreses
S.A.). La crisis de 2002 lo dejó prácticamente sin competidores, y desde
entonces Buquebús es el gran monopolio del río de la Plata. Pero no se
limita a esta geografía, porque tiene sucursales que navegan en el
estrecho de Gibraltar y el mar de Irlanda
La obsesión de Buquebús siempre fue la velocidad, y siempre tuvo muy
claro que su competidor era el avión. Su oferta consistió en un paquete
que daba casi lo mismo que el avión en materia de velocidad, y algo que
el avión casi nunca pudo dar en la historia, el transporte de
automóviles1. Era una combinación imbatible, los
turistas viajaban a Colonia en menos de una hora y seguían en su auto a
Montevideo o Punta del Este, y de paso había un Shopping en el buque.
La política de la compañía fue tener los buques más veloces, y en este
juego competitivo cuando en 1992 puso en servicio el Patricia Olivia
—un verdadero monstruo— lo presentó comercialmente como “el avión de
Buquebús”. En el fondo, con esa nave competía de igual a igual con los
aviones en la particular geografía del Plata2.
La privatización de
Pluna
A mediados de 1986 Pluna enfrentaba una
difícil situación financiera y operativa, con una deuda de algo más de
60 millones de dólares, 938 empleados y muy poca capacidad competitiva.
Sus rutas alcanzaban fundamentalmente al Cono Sur y España.
Para encarrilarla el gobierno sancionó una ley que encaraba su
privatización parcial, convirtiéndola en una sociedad mixta. La
iniciativa fue combatida por los trabajadores, e incluso por la opinión
pública, porque en fines de 1992 hubo un plebiscito que se manifestó en
contra de las privatizaciones, pero PLUNA estuvo fuera de esta consulta.
Con mucha discusión y varios tropiezos previos, en 1992 hubo una
licitación por el 49% del capital de PLUNA tuvo una sola oferta (VASP)
que fue rechazada.
En un segundo llamado (menos exigente y con más rutas) también hubo una
única oferta, de Pluriconsorcio de Aeronavegación, liderado por Varig,
con capitales uruguayos. Pero cuando llegó el momento de pagar, los
adjudicatarios no lo hicieron, y comenzaron los roces entre ellos, que
terminaron con la disolución del consorcio.
El gobierno comprendió que no podía intentar un tercer concurso para
vender una empresa que estaba perdiendo 10 millones de dólares anuales,
y negoció con los adjudicatarios, llegando a un acuerdo a mediados de
1995 por el que Varig, pagando muy poco, tomó el 49% del capital y la
administración3.
Buquebús había formado parte de Pluriconsorcio de Aeronavegación, y
probablemente ésta haya sido su primera participación directa en un
proyecto aeronáutico.
La crisis de Varig y la
segunda privatización de Pluna
Cuando Varig se hizo cargo de Pluna su
crisis terminal ya estaba lanzada. La operación uruguaya le sirvió para
neutralizar un pequeño competidor y convertirlo en alimentador de sus
rutas internacionales, pero careció del capital que requería la empresa
uruguaya para desarrollarse, por lo que la operación terminó siendo un
fracaso comercial y operativo, que en última instancia fue financiado
por el gobierno uruguayo, exactamente lo contrario de lo que se había
propuesto.
En 2004 la empresa brasileña entró en virtual estado de liquidación, y
entre las cosas a liquidar estuvo la participación en Pluna, que luego
de diversas cuestiones legales salió de su órbita en 2005, volviendo al
gobierno uruguayo.
Es difícil saber qué pensaba el Uruguay de Pluna a esta altura de la
vida. Por un lado no tenía sentido pensar en una empresa estatal a la
antigua, pero por el otro los fracasos privatizadores (en Uruguay y en
el resto del continente) no alentaban gran optimismo. De alguna manera
Pluna estaba además en el corazón de la población (parecería que los
pueblos se enamoran de sus selecciones de fútbol y sus líneas aéreas), y
había un problema laboral de cierta magnitud que involucraba a un
gobierno supuestamente de izquierda.
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El Boeing B-737-2Q8 PP-VPD
operando desde Aeroparque solo 23 días despues de
haber sido transferido desde Varig a Pluna. de
El avión aun lleva la matricula brasileña, que mas
tarde cambiaria a la uruguaya CX-FAT. El particular
diseño del esquema de pintura fue realizado por el
artista uruguayo Carlos Paez Vilaro.(foto: Fernando Puppio). |
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En ese momento de decadencia de Pluna apareció en el país Uair, una
típica empresa de ocasión, muy mal administrada, que pujó por hacerse
cargo de Pluna sin poner un peso, pero fracasó y quebró poco después.
Sin dejar de financiar a su empresa que se caía, el gobierno hizo un
concurso para vender el 75% del paquete, para el que hubo cinco ofertas.
Después de las tradicionales frustraciones de este tipo de operaciones
en enero de 2007 se adjudicó el 75% de la empresa al consorcio Leadgate
Investiment, integrado por capitales argentinos y un fondo de
inversiones alemán y liderado por el argentino Matías Campiani.
Leadgate aportó originalmente 15 millones de dólares, dio un crédito de
diez millones y se comprometió a invertir 152 millones en la compra de
20 aviones. Hubo varios tironeos con el gobierno que finalmente pagó
varias cuentas para que la empresa renaciera con un patrimonio real de
un millón de dólares. Es interesante anotar que el gobierno siempre
mantuvo una actitud de socio hacia Pluna (en rigor lo era) y nunca tomó
medidas que la perjudicaran, le facilitó ayuda en más de un problema,
aunque al mismo tiempo fue bastante estricto, lo que hace pensar que hay
una relación distinta de las tradicionales.
La decadencia de Marsans
en Aerolíneas Argentinas
En el otoño de 2008 era evidente que
Marsans había fracasado en la administración de Aerolíneas Argentinas, y
que no tenía muchas intenciones de poner plata propia en la empresa. Al
mismo tiempo el gobierno argentino pensaba que ésta debía tener por lo
menos un socio argentino de cierta envergadura, por lo que empezó a
hablarse del ingreso de nuevos capitales. Pero la triste realidad era
que no había empresarios locales dispuestos a invertir en el negocio
aerocomercial, y menos a asociarse con el grupo español.
En medio de este desierto apareció Juan Carlos López Mena, que por su
condición de argentino nativo y empresario del transporte era un
candidato ideal, que hasta tenía la bendición de la Casa Rosada (aunque
él lo negó siempre). Las negociaciones por el 35% del capital que se
suponía entonces que pasarían a manos argentinas comenzaron en mayo de
2008, y lo primero que hizo López Mena fue poner el dedo en el
ventilador, porque anunció que fusionaría Austral con Aerolíneas, con lo
que antes de poner un pie en la empresa generó un conflicto gremial con
UALA que significó dejar los aviones en tierra durante unas horas. Al
mismo tiempo se hablaba de una intervención judicial, por lo que el
ambiente era más que turbulento.
El CEO de Buquebús recibió la información sobre los números de
Aerolíneas Argentinas y desistió inmediatamente de la operación. Fue un
acto de sensatez
.
El bichito (o la yarará)
de la aviación
López Mena, que
pomposamente había bautizado su buque estrella como El avión de
Buquebús, había fracasado en dos intentos por ingresar a empresas
aéreas de verdad, antes con Pluna y ahora con Aerolíneas Argentinas.
Ante esta incapacidad para formar asociaciones optó por hacer realidad
el sueño de la aerolínea propia, y así fue que a fines de 2008 presentó
al gobierno uruguayo un proyecto para formar una línea aérea que uniría
Colonia (ésa fue la primera cabecera citada) con Buenos Aires, Porto
Alegre, Punta del Este, Rosario y Salto, utilizando aviones ATR. El
nombre del emprendimiento sería BQB, y se habló de una inversión de 38
millones de dólares entre fondos propios y bancarios. El comienzo de la
operación se estimó para mayo de 2009.
Dos semanas antes Pluna había anunciado que introduciría aviones
pequeños para volar en esas rutas, por lo que en cierto sentido esto era
la guerra, y en el fondo lo era, porque el plan de Leadgate nunca había
considerado la posibilidad de la operación de otra empresa uruguaya
competidora. Si se tiene en cuenta que el estado uruguayo era socio de
Pluna los alcances del conflicto potencial son más claros.
El folleto de BQB |
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El
folleto que BQB repartió en Aeroparque durante la Semana
Santa de 2010 (imágenes: archivo Pablo Luciano Potenze). |
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Un problema adicional era la infraestructura. Los aeropuertos uruguayos
involucrados en este primer plan (Salto y Colonia) eran operados por el
Estado y no estaban en óptimas condiciones, algo muy malo para una
empresa aerocomercial con fines de lucro.
Pero el próximo paso fue en los tribunales, y bastante surrealista.
Buquebús demandó a Pluna por plagiar su plan de vuelos regionales.
Hubiera sido más lógico hacer juicio a los hermanos Vaeza que en 1935
lanzaron la idea de los vuelos internos en Uruguay, o a Shiley Kingsley
que fue el primero que propuso volar la ruta Buenos Aires – Colonia –
Montevideo en 1921. Pluna, a su vez, planteaba que Buquebús abusaba de
su “posición dominante” en el Río de la Plata. Debe de haber sido muy
difícil explicar a los inversores del primer mundo que en esta parte del
planeta la competencia se dirimía en los tribunales en estos términos.
El
empresario propone, y las autoridades disponen
Lo concreto fue que en
febrero de 2009 el gobierno uruguayo autorizó a BQB a volar desde
Colonia a Buenos Aires, Foz d’Iguassu y Salto, rechazando temporalmente
las rutas a Porto Alegre y Punta del Este. Más allá de los matices y los
decires —que a esta altura eran muchos— la empresa de López Mena con
esto conseguía el status de operador uruguayo de servicios
internacionales, rompiendo el monopolio de Pluna. Lo había conseguido
antes de tener aviones, y sin que los aeropuertos uruguayos involucrados
estuvieran en condiciones operativas. Los voceros de la empresa decían
entonces que los servicios comenzarían en mayo.
Pero este plan de rutas no conformó a la empresa, que solicitó la
autorización de todos los tramos requeridos al principio. A esta altura
de las cosas es lícito preguntarse cuál era la política aerocomercial
uruguaya, que por un lado firmaba tratados libérrimos de cielos abiertos
con Chile (que claramente beneficiaban a Pluna) mientras que no permitía
volar a una empresa uruguaya, aunque reconozcamos que en formación y sin
antecedentes. Evidentemente Uruguay era signatario de ese eufemismo
grande conocido como Tratado de Fortaleza, y ejercía como tal.
Intermedio euroafricano
Ante la negativa de
otorgarle permiso para volar rutas locales y regionales con aviones de
turbohélice, López Mena pidió autorización para operar los servicios de
bandera uruguaya a Madrid abandonados por Pluna, utilizando, por
supuesto, jets de gran porte.
Pero tropezó con un competidor impensado, porque Sol Líneas Aéreas, una
empresa argentina que volaba con algunos SAAB SF-340 en el mercado
doméstico argentino, cambiando permanentemente de rutas en búsqueda de
la gallina (o los subsidios) de los huevos de oro, había propuesto en enero de 2009 lo
mismo. Claro que en este caso el gobierno uruguayo dijo que Sol debería
ser una empresa uruguaya; Sol no tuvo problemas entonces para crear una
filial uruguaya. Estas negociaciones tomaron estado público en abril.
Más o menos al mismo tiempo se anunció que los aeropuertos de Colonia,
Rivera y Salto serían concesionados, algo que de alguna manera
favorecería la operación de BQB. Como no podía ser de otro modo, la
gente de Pluna dijo que si se mejoraban esos aeropuertos ellos querrían
volar allí, en evidente concurrencia con la empresa de López Mena.
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El CX-JCL durante la
presentacion oficial de la nueva compañia aerea del
grupo Buquebus (foto: Marcelo Umpierrez). |
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Siguiendo con la campaña por ocupar lugares, Pluna en mayo de 2009 lanzó
un servicio “aéreo fluvial” en el Río de la Plata, en el que los pasajes
aéreos de la aerolínea podían combinarse con boletos fluviales de la
empresa Colonia Express, el competidor directo de Buquebús.
Probablemente en junio de 2009 hubo un ATR-72-500 pintado con los
colores de BQB, pero el problema era que estaba en Francia en la fábrica
y no en Uruguay. La empresa anunció que en noviembre empezaría a operar,
un plazo razonable para certificar las aeronaves en Uruguay y hacer
todos los papeles. De todos modos, la gran noticia es que se trataba de
un avión cero kilómetro, lo que sumado a que los CRJ de Pluna también
eran cero kilómetro estaría indicando que en Uruguay las inversiones son
en serio.
A principios de junio las autoridades uruguayas autorizaron la ruta a
Porto Alegre, pero no abrieron Punta del Este.
Al mismo tiempo Sol y BQB pugnaban por la autorización uruguaya para
volar a España, algo que en el caso de Sol había agregado servicios a
las Canarias y Nigeria. Difícil de explicar lo de Nigeria, sobre todo
con un mapa a la vista.
BQB en este estado de cosas fue al grano y pidió autorización para volar
las mismas rutas que Pluna, Aeroparque y Ezeiza a Montevideo y Punta del
Este, lo que generó una airada protesta de la empresa controlada por
Leadgate, que sostuvo que no había mercado para dos operadores
uruguayos, un argumento más digno de una empresa estatal que de una
privada, y también más digno de un país con cielos cerrados que de un
país como Uruguay, que estaba firmando tratados de cielos abiertos
cuando podía. Pero Pluna tenía un 25% de participación estatal, y cuando
le convenía actuaba como si fuera una antigua dependencia oficial.
En la obra faltaba un actor, los sindicatos. En septiembre los
trabajadores de Pluna, que tenían sus conflictos con su patronal, se
reunieron con las autoridades de su país para manifestar que no estaban
de acuerdo en que se autorizara a BQB a operar las mismas rutas que
Pluna.
Intermedio Argentino
Aerovip es una empresa
argentina “rara”. Durante años se dedicó a prestar servicios para
terceros (Aerolíneas Argentinas, LAPA, ARG) con una flota de Jetstream
32, y finalmente decidió hacerlo por su cuenta, pero la crisis de 2002
hizo que dejara de volar pero no de existir.
Fue vendida, vendió los aviones, hubo algún escandalete entre los socios
que trascendió a los medios, y finalmente fue comprada por Carlos Ávila,
un empresario sin antecedentes en el transporte que habló de
convertirla, con nuevos inversores extranjeros, en una aerolínea
boutique con influencia en el Plata.
Relaciones políticas no le faltaban, porque en marzo de 2008, cuando en
la Argentina la administración Kirchner no autorizaba a nadie, logró que
a una empresa que sólo existía en los papeles se le aumentara la
capacidad autorizada de Jetstream 32 (19 pasajeros) a MD-83 (165
pasajeros) en todas las rutas que tenía asignadas, muchas de las cuales
no había volado jamás (Resolución 164/2008 ST).
El mismo avión y dos
operadores diferentes |
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El CRJ-900 LV-BYW
que Pluna cedió a Aerovip aterrizando en Aeroparque procedente de
Montevideo en diciembre de 2009. En este vuelo en particular, traía
pasajeros que habían llegado a Carrasco en KLM desde Europa, que
creían que volaban por Pluna (foto: Pablo Luciano Potenze). |
El mismo avión pero en la época que
operaba para Pluna. Los socios de Leadgate (propietaria de la
aerolínea uruguaya) compraron la mayoría de Aerovip, y el CX-CRG
pasó de una empresa a otra. No vario mucho el avion (solo se cambió
el nombre de la compañía), tampoco variaron mucho sus rutas. (foto:
Carlos Ay). |
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La cuestión es que cuando López Mena anunció el lanzamiento de BQB a
principios de 2009 los inversores con los que Ávila estaba en contacto
desistieron de invertir en un Río de la Plata cada vez más saturado de
ofertas, y en consecuencia hubo que mirar para otro lado, y la solución
estuvo al alcance de la mano: Pluna, a la que le resultó interesante
tener una empresa controlada en la Argentina.
Los socios de Leadgate compraron la mayoría de la empresa argentina
(varios socios eran argentinos, lo que facilitó las cosas), y cedieron
un Canadair CRJ-900, que fue matriculado en la Argentina y empezó a
volar entre Buenos Aires y Montevideo. Las autoridades uruguayas, que
discutían si autorizar o no a la uruguaya BQB, no tuvieron ningún
problema en permitir la operación de la empresa argentina.
La
respuesta es no
En octubre de 2009 el
gobierno uruguayo negó formalmente a BQB el permiso para operar entre
Aeroparque, Montevideo y Punta del Este, al tiempo que autorizó a Sol a
volar a Madrid con escalas en Tenerife y Lagos. Todos los caminos
parecían cerrarse para López Mena, que probablemente se haya preguntado
qué ventaja tenía ser un empresario uruguayo en la República Oriental de
Uruguay. Tres décadas atrás sir Freddiue Laker debe haberse preguntado
qué ventaja tenía ser un empresario inglés en el Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte. El transporte aéreo es así.
Pero López Mena no se quedó cruzado de brazos, e inmediatamente pidió la
Ruta Montevideo-Ezeiza, que nadie operaba en ese momento, por lo que no
se podía decir que estaba saturada.
A esta altura de la vida, era muy difícil saber qué era BQB, con qué
aviones pensaba operar, cuál era su plan de negocios y cuál era su base.
Si bien una conducta tan lábil en el negocio aerocomercial no es rara,
hay que convenir que tampoco es seria.
Por
fin un avión
Hasta diciembre de 2009
BQB parecía la famosa canción Palabras, palabras, palabras. A
principios de ese mes el ATR-72-500 CX-JCL llegó a Montevideo. Después
de tanta intriga, era algo concreto, pero faltaba certificarlo en
Uruguay, un proceso no muy rápido. De todos modos podía pensarse que en
algún momento de la temporada estival el avión podría operar. La empresa
decía que sería en enero.
El 11 del mismo mes las autoridades informaron que entre el 20 de
diciembre y el 15 de marzo de 2010 habría cielos abiertos en Punta del
Este, esto es, todos los que quisieran volar allí podrían hacerlo. En el
fondo no era una decisión muy seria, porque la industria del transporte
aéreo funciona sobre la base inversiones a largo plazo, pero como podrá
sospechar el lector a esta altura, en esta historia nada es demasiado
serio, estamos hablando de oportunidades volátiles en un medio confuso.
De todos los personajes involucrados, el único que podía empezar a volar
de inmediato era Sol; Pluna y Aerolíneas Argentinas ya lo hacían, y BQB
no tenía aeronaves habilitadas.
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El segundo avión de BQB,
el ATR-72-500 CX-JPL bautizado como Antoine De
Saint-Exupery en el aeropuerto brasileño de Recife -
Guararapes (foto: Wagner Damasio). |
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La temporada veraniega se desarrolló como una más. Los buques de
Buquebús transportaron miles de turistas, pero los aviones de BQB ni
uno. A fines de enero, las autoridades, aduciendo que la empresa no
operaba, revocaron su autorización para operar en Punta del Este, lo que
ponía en tela de juicio la sinceridad que había habido cuando hablaban
de cielos abiertos. Más o menos al mismo tiempo se anunció que el grupo
Jazz ingresaría en el capital de Pluna.
Las autoridades uruguayas autorizaron a BQB a operar la ruta a Ezeiza,
lo que provocó las iras de Pluna, que adujo que ella lo había pedido
primero, y ya que estaba, agregó a sus argumentos la necesidad de ser
muy cuidadoso en la certificación de BQB, por razones de seguridad.
A mediados de febrero tanto Pluna como BQB estuvieron autorizados a
volar a Ezeiza, pero lo concreto es que ninguno voló en esos días.
El tema de los aeropuertos uruguayos seguía entretanto en veremos, lo
que movió a López Mena a anunciar que estaba dispuesto a financiar la
mitad de lo que costara actualizar la terminal de Colonia.
Últimas imágenes
A mediados de marzo el
avión de BQB (el verdadero, no el buque), llegó a Aeroparque en un vuelo
de inspección sin pasajeros. En ese entonces se hablaba de comenzar a
transportar pasajeros a fines de ese mes, o sea después de terminada la
temporada, pero a tiempo para la Semana Santa, que en Uruguay se llama
“Semana de Turismo”. Pocos días después llegó la ansiada certificación.
En teoría, no faltaba nada. Pero el frente político seguía agitado,
entre otras cosas porque los trabajadores de Pluna seguían sosteniendo
ante las autoridades que no había espacio para dos compañías.
BQB anunció que sus vuelos regulares comenzarían el 30 de marzo de 2010
entre Punta del Este y Aeroparque, con una frecuencia de tres servicios
semanales. Se habilitaron mostradores en la estación porteña, y en
rigor, sólo faltaba la autorización argentina, que es un trámite de
oficio si se tiene la autorización del país de bandera.
También dijo que ya había cerrado el trato para disponer de cuatro
aviones, y en tren de seguir con los cambios de frente, en el mismo acto
la empresa informó que volaría entre Salto y Concordia, una ruta de la
que hasta el momento no se había hablado.
Pero los vuelos no empezaron entonces, ni en Semana Santa. Las
autoridades uruguayas ampliaron la autorización hasta el 5 de mayo, pero
nada. Aparentemente faltaba completar algunos trámites en la Argentina.
O no tenían ganas de volar.
La
hora de la verdad
A mediados de abril de
2010 BQB parecía la materialización del viejo cuento del pastorcito y el
lobo. En ese momento la empresa anunció que comenzaría a volar el 14 de
abril en la ruta Montevideo - Salto, un tramo de unos 500 kilómetros por
tierra que curiosamente había sido la ruta original de Pluna en 1935. El
30 de abril se hizo un vuelo de habilitación y demostración para la
prensa y la industria turística, y esta vez cumplieron, porque los
servicios se inauguraron. Los precios eran bastante viles, 29 dólares
por tramo.
A fines de abril, además, llegó el segundo avión (matriculado CX-JPL), y
el 20 de mayo se empezó a volar la ruta Montevideo – Rivera (otros 500
kilómetros), a 31,00 dólares por tramo para residentes de Rivera.
El ATR-72-500 de BQB |
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Interior decorado en
armonía azul (foto: Marcelo Umpierrez). |
La tripulación presenta su lugar de
trabajo (foto: Marcelo Umpierrez) |
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Los diarios uruguayos hablaron de la “gran demanda de pasajes aéreos”,
una frase que los historiadores hemos leído muchas veces cuando se
inauguran servicios, por ejemplo los casos recientes de Aerochaco en
Presidencia Roque Sáenz Peña o Aerolíneas Argentinas en Viedma. Son las
reglas del juego. Lo concreto es que Salto tiene 118.000 habitantes y
Rivera 67.000, cifras que no justifican lanzar un servicio aéreo con
aviones de 70 asientos.
Buquebús sabe (o debería saber) que los viajeros de negocios van y
vienen en el día, y que lo que piden, además de velocidad de traslado,
es variedad de horarios. Un vuelo a una ciudad no turística dos o tres
veces por semana, a esta altura de la historia, no tiene sentido, porque
en cualquier supuesto es más rápido (y más barato) ir y venir por medios
de superficie.
A mediados de mayo las autoridades uruguayas ampliaron las
autorizaciones a BQB a las rutas Punta del Este - Rosario, Punta del
Este - Córdoba, Punta del Este - Mar del Plata, Punta del Este –
Mendoza, Montevideo-Rosario, Montevideo-Florianópolis, Salto-Buenos
Aires, Punta del Este - Porto Alegre y Punta del Este - Asunción. Por
fin, rutas coherentes.
A lo mejor BQB se convierte con el tiempo en la gran aerolínea de
América Latina. A lo mejor dentro de un tiempito desapareció. La
historia del transporte aéreo nos dice que proyectos bien estructurados
fracasan por imprevistos cualesquiera mientras que otros que parecen
descabellados terminan funcionando bien, con todas las alternativas
intermedias posibles.
La política, la calidad empresaria, la capacidad de adaptación y mil
imponderables pueden hacer diferencias importantes. Por lo que se ha
mostrado hasta ahora, esta historia no es muy diferente de otras en las
que los aviones han hipnotizado y seducido a los empresarios, pero falta
decir la última palabra.
Buenos Aires 7 de Junio de 2010
Notas:
[1]Sir Freddie Laker (¡cuándo no!) a fines
de los años 50 transformó algunos C-54 para el transporte de automóviles
y turistas sobre el canal de la Mancha, servicio que tuvo cierta
aceptación. El avión se llamó Aviation Traders ATL-98 Carvair, podía
transportar cinco autos y 25 pasajeros, y se construyeron algo más de
veinte ejemplares.
[2]El Patricia Olivia es un catamarán de 74 metros de eslora, que
puede transportar 450 pasajeros y 80 vehículos a 37 nudos. Hoy navega
para Buquebús en el estrecho de Gibraltar. Fue construido en Australia.
[3]Hasta aquí PLUNA (con mayúsculas) eran
las iniciales de Primeras Líneas Uruguayas de Navegación Aérea. En este
momento se creó una nueva empresa llamada Pluna - Líneas Aéreas
Uruguayas S.A., por lo que la grafía pasa a mayúsculas y minúsculas.
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