Los diarios —sobre todo La Nación— han puesto sobre el tapete
desde hace unos días el tema de la compra de aviones por parte de
Aerolíneas Argentinas. En especial la cuestión ha sido los supuestos sobreprecios
de la operación concretada con Embraer, pero habría que analizar cuál es
el tema por el que hay que en realidad preocuparse.
Cuando se trata de una empresa estatal,
puede haber cuestiones delicadas en cuanto al modo cómo se compran los
aviones. El Estado debe cumplir con ciertas normas de transparencia en
sus negociaciones que no afectan a la actividad privada, y en la
Argentina éste siempre ha sido un tema sensible, ya sea en primera plana
o entre bambalinas.
En el ambiente aeronáutico hay una excesiva
tendencia a pensar que la aviación es distinta de todo, y que por lo
tanto las leyes que valen para otras actividades no valen para la
aviación. Por este motivo, a mi juicio falaz, Aerolíneas Argentinas
siempre compró por operaciones directas sin pasar por el trámite
obligatorio de la licitación pública. En otras actividades delicadas,
como las telecomunicaciones o las obras civiles de magnitud, nadie
discute que la licitación es un paso que no debe obviarse.
Me asalta en este momento una duda: en una
empresa que nunca licitó aeronaves, ¿habrá capacidad para hacer algo tan
complicado como una licitación de aeronaves? ¿No será éste el tema en el
que Aerolíneas no tiene experiencia?
La sustancia disponible
El mensaje oculto —o no tan oculto— de las
publicaciones periodísticas argentinas es que se hizo una contratación
directa con Embraer en la que supuestamente habría sobreprecios y
sobornos. Algo
perfectamente posible por las siguientes razones objetivas:
• No hubo licitación pública,
el precio fue anunciado por la empresa luego de una negociación directa.
• En el mercado de aviones el
precio no existe, hay aproximaciones. Todos los convenios están
amparados por cláusulas de confidencialidad (que aparentemente
Aerolíneas Argentinas en este caso no cumplió) que apuntan a que no se
conozcan los precios. Por eso no puede decirse que un avión tenga uno
determinado.
• No hay dos aviones iguales
(aunque hay alguna tendencia en este sentido), por lo que cada caso es
un caso particular de equipamiento, y por lo tanto de precio.
• Hay algunos antecedentes de
posibles fraudes en las compras de aviones por parte de Aerolíneas
Argentinas. Fueron publicados en diarios argentinos y extranjeros desde
la década de 1970, perdidos en las páginas interiores, y nunca fueron
analizados profundamente ni dieron lugar a condenas aquí, y
probablemente tampoco en el extranjero.
Creo que es bueno en este punto detenernos
a mirar el mundo en que vivimos y la Argentina en particular. Más allá
de la cuota de gatopardismo que haya en el ambiente, es evidente que de
unos años a esta parte la opinión pública —y por lo tanto la política y
la justicia— tienen otras exigencias. Desde 1930 hasta 1976 era
soportable que los militares tomaran el poder derrocando al gobierno
constitucional sin consecuencias, pero en 1983 eso se modificó, lo que
generó un cambio fundamental en el análisis de los actos de gobierno
que, entre otras cosas, afecta a las contrataciones de las empresas
públicas.
Dicho en otros términos, hoy es inaceptable
que un gobierno anuncie de la noche a la mañana una operación millonaria
para comprar aviones sin ninguna explicación profunda. Aramburu, en
1958, pudo decir alegremente compramos seis Comet 4, pero los tiempos
han cambiado.
La respuesta oficial
Aerolíneas Argentinas dijo que no hubo
sobreprecios ni sobornos. Embraer, por supuesto, dijo lo mismo.
En un segundo comunicado de Embraer,
publicado por InfoBAE el 31 de marzo de 2010, se dice textualmente “que
vendió aviones similares a AeroRepública (Colombia) en abril 2009, a u$s 35.000.000; a AeroMéxico, en julio 2008, por u$s37.500.000; a Kung
Peng Airlines (China), en julio 2008, a u$s37.400.000; a TACA (San
Salvador), en octubre 2007, por u$s34.500.000; a GECAS (Leasor), en
julio2007, por u$s 34.500.000, y a SAUDI ARABIA’S NATIONAL AIR SERVICE,
en noviembre 2007, a u$s37.500.000”. Evidentemente los precios son por
avión.
No es creíble que una empresa como Embraer
ventile alegremente los precios de sus operaciones amparadas por
cláusulas de confidencialidad. Sería por lo menos desleal para con sus
clientes. Evidentemente en este comunicado había gato encerrado, por lo
que busqué en una fuente seria más información sobre esas operaciones.
Elegí ATWonline, de donde surge lo siguiente:
•
AeroRepública. (16 de marzo
de 2006) la operación se hizo por cinco aviones. El precio es el
consignado, pero hay una nota que dice “at list prices”.
•
Taca (25 de octubre de 2007)
la operación se hizo por once aviones. El precio es el consignado, pero
hay una nota que dice “at list prices”.
•
Saudi Arabia’s Nacional Air
Service (13 de noviembre de 2007) la operación se hizo por cinco
aviones. El precio consignado es de U$S 34,5 millones cada uno y no los
37,5 que figuran en el comunicado de Embraer, pero hay una nota que dice
“at list prices”.
El resto de las operaciones no estaban
valorizadas, pero lo publicado es muy claro, son precios de lista, el
precio final de cada operación sigue siendo un secreto. Evidentemente
Embraer piensa que en la Argentina basta con un comunicado con algunos
números, como para “engrupir a la gilada”.
Por el lado argentino se sostuvo que fue
una operación entre estados, y nuevamente nos encontramos con una
falacia, porque Embraer es una empresa privada que cotiza en bolsas
internacionales (53% en NYSE y 47% en Bovespa), en la que el Estado
brasileño tiene una acción especial (golden share) que sólo puede
aplicarse en supuestos muy específicos, ninguno de los cuales está
relacionado con las condiciones de ventas de material civil. Dicho de
otro modo, la diplomacia y el gobierno brasileño siempre van a favorecer
la acción de sus empresas en el exterior (como cualquier diplomacia
seria), pero no van a participar en las transacciones.
El tema Austral
Austral no es Aerolíneas Argentinas. Muchos
no lo entienden, pero es así, más que nada por una cuestión cultural.
Y Austral es una papa caliente, una piedra
en el zapato, un problema que en cualquier supuesto debe solucionarse
antes de decidir qué hacer con Aerolíneas Argentinas, aún en el
hipotético caso en que la solución sea hacer desaparecer a Austral para
que viva Aerolíneas Argentinas, o al revés.
Y si se piensa que se dice que los Embraer
190 han sido comprados para Austral (hasta hay una foto circulando de la
presidenta de la nación con una maqueta en la mano que dice Austral)
todo pasa a ser una gran contradicción, un sinsentido en el que
cualquier cosa puede ser el verdadero sentido.
Austral hoy vuela con una flota de MD-80
que tienen 148 asientos (8F, 140Y) y ha decidido reemplazarlos por otra
flota de Embraer 190, que tendrán alrededor de 96 asientos. Es una
incoherencia, salvo que haya en carpeta algún plan de cambio profundo
que desconocemos.
Y no deja de llamar la atención que la
decisión de comprar los Embraer se tomó antes de que se hiciera más o
menos público el plan de negocios de Aerolíneas Argentinas y Austral, el
que por otra parte no dice una palabra sobre este redimensionamiento de
la flota de Austral.
Resumiendo
No existe nada que
pueda demostrar que el precio de los Embraer comprados por el Estado
argentino sea el correcto, o no. Pero todo alrededor de esta operación,
empezando por la misma decisión tomada de hacer la operación en el
momento en que se tomó, parece ser una incoherencia grande. Hablar de
sobreprecios o de sobornos puede ser rentable políticamente, o servir para
vender diarios, pero el tema de fondo debería ser cuál es el futuro del
transporte aéreo argentino, con o sin las empresas que hoy existen, y de
eso nadie habla en serio.
Buenos Aires
9 de Abril de 2010
|