El
tema preferido de la literatura aeronáutica son los aviones, el segundo
los accidentes, y probablemente el tercero sean los personajes y las
anécdotas. Pero hay un tema del que se escribe poco pero se habla mucho
en voz baja, los subsidios, un elemento indispensable para muchas líneas
aéreas que viene de lejos, y que nunca está claro si son buenos, malos o
regulares.
La problemática del
transporte
Un
buen método para analizar los problemas del transporte aéreo es
olvidarnos de la palabra “aéreo” y centrarnos en la problemática del
transporte a secas, que es más abarcativa y tiene una historia mucho más
larga y rica. Así descubriremos muy pronto que el transporte (y las
comunicaciones en general) a lo largo de la historia siempre ha tenido
acceso directo a los subsidios.
Esto se debe a una realidad también vieja como el mundo. No hay estado
posible sin transportes, y en consecuencia cualquier organización
política está dispuesta a hacer casi cualquier cosa por mantenerlos.
Podemos hablar de protosubsidios al transporte desde el momento de la
historia que queramos. Los fenicios, los egipcios, los griegos, los
romanos, los venecianos, los árabes, los portugueses, los españoles, los
norteamericanos, los franceses... Todos los países (y ni hablar de los
imperios) destinaron en momentos distintos fondos públicos al diseño y
fabricación de medios de transporte, a la construcción de
infraestructura y a la operación. Cambiaron los medios, que
evolucionaron desde la caminata o los caballos hasta los vehículos
espaciales, pero si hay una industria que creció y funcionó siempre
sobre la base de fondos públicos es la del transporte.
Entonces muchos dicen: si siempre fue así, ¿por qué cambiar ahora?
Aproximación a los
subsidios aeronáuticos
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El Railway Building, inaugurado en 1914, fue construido
por los ferrocarriles ingleses que operaban en la
Argentina como sede de sus oficinas en Buenos Aires.
Cuando el Estado compró esas empresas, el inmueble pasó
a ser la sede de Aerolíneas Argentinas, y en los años
noventa fue revendido por Iberia al Ministerio de
Economía. De alguna manera, este edificio, que alguna
vez fue el más alto del país, es un símbolo de los
dineros públicos aplicados al transporte, ya que los
ferrocarriles ingleses no hubieran existido sin las
garantías y subsidios estatales, Aerolíneas Argentinas
tampoco, y la gestión de Iberia, con otras técnicas,
también buscó de hacerse de fondos públicos (Archivo
General de la Nación, Argentina). |
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Wilbur y
Orville Wright no recibieron subsidios para inventar el avión ni para
hacerlo volar. Pero al mismo tiempo en el mismo país Samuel Langley
recibió importantes sumas del fisco para desarrollar un aparato que
jamás voló. Después de este nacimiento financieramente insólito, los
hermanos comprendieron que el único modo que tenían de desarrollar su
creación era con fondos públicos, y en esa dirección orientaron su
proyecto económico. Fue complicado, pero era el único modo de financiar
el desarrollo de algo que no tenía antecedentes y que, fundamentalmente,
no se sabía bien para qué servía.
Estados Unidos ya había subsidiado líneas férreas dentro y fuera de su
territorio, líneas marítimas y hasta el Canal de Panamá. Era lógico que
se ocupara de la aviación, y así fue, porque su correo hizo algunos
experimentos aéreos en 1911, y el tema llegó a ser considerado por el
Congreso en 1912, lo que puso al país como pionero en el estudio
legislativo de la cuestión. Era muy temprano, y la idea no progresó.
El transporte aéreo que conocemos comenzó con el fin de la Primera
Guerra Mundial, y muy pronto quedó muy claro para todos que se trataba
de una actividad muy cara, que servía a un público pequeño y selecto y
que no podía sostenerse económicamente. Esto significaba que los
subsidios eran indispensables, pero había un problema político, porque
era necesario mucho dinero, que serviría a muy poca gente. La solución a
nivel mundial fue sostener al correo, que era bastante universal, y no a
los pasajeros, que eran un puñado de funcionarios y excéntricos.
Cada país lo hizo a su manera, pero todos subsidiaron. En un extremo
estuvo la Unión Soviética, que creó el monopolio Aeroflot en la súper
burocrática estructura stalinista, y en el otro los Estados Unidos, que
dieron bastante libertad a sus empresas para que hicieran negocios,
siempre dentro de un sistema cuidadosamente regulado.
Cuestiones psicoanalíticas
Los
psicoanalistas dicen que las primeras experiencias influyen fuertemente
en la personalidad de las personas cuando son adultas. En aviación se
cumple. Una actividad que nació a la sombra de los estados, que le
fijaron sus objetivos y financiaron su funcionamiento difícilmente
podría salir de ese esquema, y esto fue lo que sucedió.
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SU
compañía, un lema acuñado en 1957, fue para Aerolíneas
Argentinas un mensaje muy completo, que pretendió poner
en la conciencia de la población un sentido de
pertenencia de la empresa estatal. |
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Cuando
terminó la Segunda Guerra Mundial los aviones sobraban. Eran
relativamente baratos, tenían buenas performances comparados con los de
preguerra, y esta realidad fue el disparo de largada para que muchísimos
países hicieran realidad el sueño de tener su aerolínea propia que
pasearía su bandera por los aeropuertos del mundo. Por supuesto serían
empresas estatales (a veces disfrazadas de privadas), y más por supuesto
serían deficitarias.
Así
fue que a principios de los años cincuenta casi todas las naciones del
mundo mantenían una aerolínea subsidiada que servía (o no servía) para
fortalecer lazos comerciales, políticos y familiares, y aportar a un
incipiente turismo mundial.
De
esta manera se fue fortaleciendo el concepto de que se trataba de algo
que hacía al progreso de los países y que debía ser financiado por
éstos. Hasta en el paradigma de la libre empresa, que es Estados Unidos,
se mantuvo este criterio. Para la industria la conclusión fue sencilla:
podemos actuar administrando bien, mal o regular, pero siempre nos van a
sostener para que no caigamos. Esto no nos va a permitir crecer mucho,
pero nos asegura una vida tranquila. Entonces garanticemos la
tranquilidad, eliminando la competencia que en este universo no tiene
sentido, y acatemos las normas comerciales de la IATA —una especie de
cámara empresarial— que lucha sin desvelos para que no haya competencia,
los precios estén súper regulados y los servicios sean idénticos.
Los chicos crecen
Pero
no todo fue aviación subsidiada. Había algunos nichos donde se podían
hacer negocios, y uno de ellos fue el de los charteros, siempre
combatidos por IATA. Este grupo, dio batalla en algunos mercados hasta
que a fines de los años cincuenta llegaron los reactores, que sobre la
base de una nueva tecnología, pusieron sobre el tapete la posibilidad de
una nueva economía del transporte aéreo que no necesitaba o podía no
necesitar subsidios.
Los primeros en entenderlo fueron los charteros, y entre ellos el más
paradigmático fue sir Freddie Laker, que planteó reformular el
transporte aéreo, que en muchos aspectos se seguía manejando con
conceptos más propios del exclusivo Expreso de Oriente, y convertirlo en
algo parecido en un tren suburbano, esto es, un servicio popular y
económico. Así nació el Skytrain, que inmediatamente se convirtió en el
enemigo público número uno del establishment reunido en la IATA, y
curiosamente de muchos norteamericanos. Frente al intruso, todas las
líneas tradicionales estuvieron dispuestas a defender sus vicios
tradicionales.
A Laker le fue bien al principio, pero se dejó encandilar, encaró un
plan de crecimiento desmedido, se cruzó con una crisis económica mundial
y no tuvo más remedio que pedir subsidios, algo que Margaret Thatcher no
le dio y así fue a la bancarrota.
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Evolución porcentual de
los pasajeros kilómetro totales transportados por
empresas latinoamericanas entre 1979 y 2005, período
en el que la desregulación se impuso en el mundo.
Chile, que aunque sufrió problemas, tuvo desde el
principio políticas que tendieron a la
desregulación, muestra el mayor y más explosivo
crecimiento. Brasil acompaña la media mundial, y el
resto de los países están por debajo. Las peores
performances corresponden a Argentina y Venezuela,
naciones en las que el mercado estuvo en manos del
grupo Iberia en los años noventa y que hoy sostienen
políticas basadas en empresas estatales. |
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Pero, ¿qué son los
subsidios?
Para
el imaginario mundial un subsidio es un aporte de dinero a cierta
industria o grupo económico para que haga algo que de otro modo no
podría hacer. Es una idea sencilla, pero admite muchas variantes.
Lo primero que aparece en muchas definiciones es una acotación temporal.
¿Son para siempre, o deberían aplicarse sólo en ciertas circunstancias?
Lo segundo es el hecho de que sean en dinero, porque pueden ser
cualquier tipo de aporte económico. El clásico de la aviación son los
aeropuertos y las ayudas a la navegación, una infraestructura que en la
mayoría de los casos los operadores no están en condiciones de pagar.
Los ferrocarriles habían tendido sus vías en terrenos que les fueron
cedidos sin cargo.
Pero quizás el punto más complicado de analizar, y el determinante de la
definición, es qué se subsidia, o para qué se lo hace, una pregunta que
exige una respuesta muy clara antes de que se mueva el primer centavo.
Para entender las muchas posibilidades que hay, reseñaremos una parte de
la historia de los subsidios aeronáuticos argentinos.
1. Aeroposta Argentina. El primer sistema de subsidios fuerte que
hubo en la Argentina fue el contrato que en 1937 firmó el Estado con
Aeroposta Argentina para la prestación de un servicio aéreo entre Buenos
Aires y Río Gallegos. Se establecieron la ruta y la frecuencia y se
obligó a la empresa a invertir en aeronaves e infraestructura, teniendo
como contraprestación el pago de $ 1,50 por cada kilómetro efectivamente
volado. En ese momento había una demanda conocida y tarifas definidas,
por lo que la implantación de los servicios —que eran la ampliación de
otros preexistentes— fue relativamente sencilla. La empresa tuvo
beneficios y buscó aumentarlos generando nuevas frecuencias y rutas, que
en todos los casos fueron oficializados con contratos similares. Cuando
en 1944 propuso la ruta precordillerana el Estado consideró que había
una serie de inversiones iniciales que estaban amortizadas, y sólo
reconoció un subsidio de $ 1,20 por kilómetro. Asimismo la empresa
intentó a partir de 1945 hacer vuelos no subsidiados a Mar del Plata,
pero no llegó a tener ganancias.
2. Las líneas aéreas mixtas. El
gobierno peronista abrió el juego en 1946 a la constitución de empresas
mixtas de aviación, que tuvieron un 80% de participación privada y un
20% de capital estatal. Estas empresas se rigieron con un sistema muy
parecido al que se había usado en el país para las empresas
ferrocarrileras desde mediados o fines del siglo XIX. Se garantizaba el
total del capital invertido y se aseguraba a los inversores un beneficio
del 5% sobre el mismo. Había contraprestaciones definidas que las
empresas debían cumplir, pero el resultado fue bastante parecido al de
los ferrocarriles. Hubo una inflación de la inversión, y poca
preocupación por lograr buenos resultados económicos, porque al final el
estado pagaba la renta, que era superior a la que aseguraba una
colocación financiera del momento. En alrededor de tres años de vigencia
del sistema el Estado aportó 119,89 millones de pesos, aunque algunas
fuentes hablan de cifras mayores.
3.
Aerolíneas Argentinas. Aerolíneas Argentinas, creada en 1950, es un
ejemplo de empresa pública que es deficitaria con cualquier gobierno,
con la circunstancia agravante de que nunca sabremos cuáles fueron (o
son) sus verdaderos números. Es otra cuestión de personalidad.
Durante el gobierno peronista el Estado enjugó sus déficit, que según
los balances publicados estuvieron en el orden de los 350 millones de
pesos hasta 1955. Después siguieron con sumas mayores, que siempre se
pagaron tratando de hacer la menor cantidad de ruido posible.
Diversos emprendimientos aeronáuticos provinciales funcionaron luego con
este sistema de pagar subsidios que nunca se supo qué monto tenían,
tratando de que nunca se supiera que se habían pagado.
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No es
habitual que una línea aérea publique un aviso con la
foto del presidente electo de la Nación. Aerolíneas
Argentinas lo hizo el 7 de abril de 1958 con Frondizi.
En ese momento el modelo de línea aérea estatal
subsidiada versus línea aérea privada (también
subsidiada) estaba en discusión, y la empresa pensó que
así defendía su subsistencia. |
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Para
muchos el primer peronismo fue una edad de oro, y todavía es posible
ganar elecciones en la Argentina hablando de las banderas de Perón y
Evita. En ese momento único de la postguerra inmediata, Perón supo darle
al país un bienestar evidente, y al mismo tiempo algunas cosas que
generaban una sensación de progreso, como los servicios aéreos. El
imaginario argentino aceptó este mundo ideal, y en la mentalidad del
ambiente aeronáutico generó una conciencia de que se trataba de una
actividad esencial para el funcionamiento del país, que debía ser
solventado por fondos públicos. Cincuenta años después, se sigue
pensando así.
4. Las
líneas privadas del postperonismo. Después de la caída de Perón el
gobierno permitió el funcionamiento de líneas aéreas privadas, a las que
prometió “alentar”. Era evidente que en el marco de referencia del país
de aquellos tiempos serían necesarios importantes subsidios para que
estas empresas tuvieran éxito, pero en este punto se desató una guerra
(todavía inconclusa) entre quienes defendían a Aerolíneas Argentinas
como empresa estatal y los privatistas. En el fondo era una pugna por
subsidios, y como nunca se estableció un sistema definido claramente
para pagar subsidios, todo fue un fracaso. Se prorratearon algunas sumas
muy insuficientes entre los operadores, y en 1962 prácticamente todos
habían desaparecido. La gran vencedora fue la empresa estatal
tradicional, pero nunca sabremos a qué costo.
5. La
ley 19.030. A fines de los años sesenta el ambiente aeronáutico
argentino estaba formado por Aerolíneas Argentinas y el grupo ALA
Austral. La primera vivía de subsidios formados por una suma fija
establecida por el presupuesto nacional y otras sumas que se agregaban
según las circunstancias, y el segundo sencillamente no pagaba las
cuentas del estado (combustible que le proveía YPF, aportes jubilatorios,
tasas, impuestos y afines), lo que le permitía subsistir.
La
privada era una empresa con vocación de crecimiento, que volaba con
aviones modernos y quería superar a Aerolíneas Argentinas en el mercado
doméstico. Pero como las tarifas las fijaba el Estado en un valor que
hacía inalcanzable la rentabilidad trabajaba a pérdida. El grupo ALA
Austral sostenía que si la tarifa fuera retributiva la operación podía
ser rentable, y este concepto fue el que primó en 1971, cuando se aprobó
la ley 19.30, aún vigente, de política aerocomercial.
El
texto está lleno de chicanas, pero en lo que aquí interesa, la ley
estableció que debería fijarse un plan de rutas para las que se
establecería un valor de tarifa económicamente retributiva. Si la
política fijaba tarifas inferiores, el Estado compensaría la diferencia
a los explotadores, y así fue.
Poco
antes de que este sistema entrara en funcionamiento, el Poder Ejecutivo
condonó la inmensa deuda que ALA y Austral tenían por cuentas no pagadas
al Estado. Una vez más se empezaba de cero.
Al
principio la ley 19.030 funcionó bien, y el régimen de la tarifa
económicamente retributiva fue aprovechado por LADE y Aerochaco.
Después, en nombre de la defensa de la empresa pública, durante la
tercera presidencia de Perón, empezó a desvirtuarse.
6.
Los beneficios que eran pérdidas. A partir de la tercera presidencia
de Perón con algunos sobresaltos, y durante el gobierno militar con más
firmeza los balances de Aerolíneas Argentinas empezaron a mostrar
beneficios, al tiempo que la empresa hacía inversiones importantes en
flota y edificios. ¿Había aparecido la fórmula mágica? Nada de eso
simplemente era la política del gobierno militar y su ministro Martínez
de Hoz, que permitía endeudamientos astronómicos que contablemente
disimulaban las perdidas. El idilio terminó después de la guerra de
Malvinas, cuando los acreedores exigieron sus fondos y el Estado terminó
haciéndose cargo de la Deuda de Aerolíneas Argentinas, con lo que la
empresa recibió un importante subsidio directo. Ésta es la explicación
de las ganancias que los trabajadores sostienen que la Empresa tuvo
durante el gobierno militar.
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“Todos
somos Aerolíneas” fue el lema de los trabajadores de la
empresa entonces controlada por SEPI cuando en 2000/2001
se propuso su liquidación. Es un hijo legítimo de SU
compañía, y bien leído puede significar “el Estado debe
sostener a Aerolíneas Argentinas, pase lo que pase”. |
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A nadie
le gusta pagar impuestos, pero a las líneas aéreas menos
que a nadie. Ésta es una solicitada publicada por JURCA
(una especie de cámara de líneas aéreas) el 30 de
noviembre de 1998 oponiéndose a pagar el impuesto de
incentivo docente que se había instituido para las
aeronaves y otros vehículos. |
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Entonces la propuesta fue
crecer, se compraron aviones más grandes y se empezó a volar a diversos
destinos del norte del país, siempre a pérdida, y siempre con subsidios
provinciales. Aerochaco debió haber desaparecido varias veces, pero la
provincia, que quizas pensara que le daba prestigio tener una línea
aérea, la mantuvo a costo infinito hasta que en 1994 la privatizó.
Los
privados también se fundieron, pero así pudo por fin terminar el empeño.
Entre Ríos, con LAER, hizo una parábola parecida, con la diferencia de
que ésta nunca desapareció ni fue privatizada. Simplemente existía pero
no volaba.
10. Subsidiar asientos, los subsidios perversos. Durante la época
menemista se subsidiaron líneas aéreas patagónicas sobre la base de
garantizar a los operadores un mínimo de llenado de la aeronave,
pagándole estos pasajes, se vendan o no. En los últimos años se ha
resucitado la idea, y las provincias de Chaco, Entre Ríos, Neuquén y
Salta trabajan con programas de este tipo, que son claramente un
subsidio a las empresas, que genera los siguientes resultados:
El
operador puede tener beneficios aún volando con el avión vacío o casi
vacío. No justifica hacer ninguna inversión en comercialización de los
vuelos, porque en el fondo no le interesa tener pasajeros (en el límite
es más barato volar vacío que lleno).
El
Estado que paga los subsidios descubre que está pagando por asientos
vacíos, y de modo progresivo empieza a regalar pasajes. La consecuencia
de esto es que si se consiguen pasajes gratis nadie los va a comprar, y
la ruta no se desarrolla comercialmente.
La
falta de interés en el éxito comercial hace que el servicio se relaje (a
nadie le importa la puntualidad ni la conveniencia de los horarios, ni
la calidad en un sentido general).
Por lo
general estos sistemas terminan cuando el que da el subsidio llega a la
conclusión de que el proyecto no tiene sentido, y la prestación se
corta, por lo general de modo traumático.
Muy
distinta sería la cuestión si se subsidiaran los asientos efectivamente
vendidos a una tarifa de mercado razonable. En este caso las empresas
recibirían una compensación por vender, y esto las obligaría a
esforzarse en este sentido, lo que significaría una actitud de verdadero
servicio al pasajero.
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Pasajeros kilómetro
producidos por las empresas argentinas a partir de
la desregulación norteamericana. El período que
corresponde al gobierno militar no muestra
crecimiento. Durante la administración de Alfonsín
cae el tráfico doméstico y empieza a crecer el
internacional. Con Menem, y la privatización de
Aerolíneas Argentinas, que implicó algún tipo de
desregulación, el tráfico doméstico y el
internacional crecen, aunque un análisis más
detallado mostraría que el primero lo hizo por la
irrupción de nuevas empresas y no por el aporte de
Aerolíneas Argentinas. La caída de la producción
argentina en 2001, año del atentado a las torres
gemelas y crisis local que terminó con la
administración de De la Rua (47%), es
porcentualmente, la mayor caída registrada por la
OACI para su estadística de 84 estados. Muy lejos
están en el segundo puesto con un 40% el grupo los
países del tratado de Yaoundé (Benín, Burkina Faso,
Chad, Congo, Costa de Marfil, Malí, Mauritania,
Níger, Republica Centroafricana, Senegal y Togo). |
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11.
Subsidiar las tarifas. La Argentina siempre funcionó sobre un
esquema en el que había una tarifa oficial, única o con bandas, que
históricamente fue una tarifa que no cubrió los costos. Una de las bases
de la necesidad de los subsidios está aquí.
Se
supone que fijando tarifas bajas se beneficia al pasajero y se
contribuye al desarrollo al facilitar los viajes, pero esta suposición
se derrumba cuando se analizan las cifras de crecimiento de la
industria, que a lo largo de los años están por debajo o muy por debajo
de la media de la industria, tanto en el plano mundial como el regional.
Además
estos sistemas de subsidios tienden a favorecer a algunas regiones, como
la Patagonia, donde las tarifas por kilómetro son muy inferiores a la ya
baja media nacional. Esto llevó a las empresas en los últimos años a una
situación insostenible, que el gobierno decidió superar pagando una suma
proporcional a la longitud del vuelo para servicios a destinos
patagónicos, la que se imputó como compensación por el costo del
combustible. En ese entonces el combustible era caro, pero cuando su
precio cayó se siguió pagando como si nada hubiera pasado.
Elogio de los subsidios
Todos
los lugares tienen algún tipo de compromiso con el transporte, pero hay
localidades que no tienen sentido sin transporte aéreo. Un ejemplo
excelente es El Calafate, que entre los censos de 1991 y 2001 creció de
3.114 habitantes a 6.410, y ahora se estima que supera los 10.000. Este
crecimiento explosivo se explica a partir de la construcción de un
aeropuerto que permite la operación de grandes reactores, el que a su
vez produjo una explosión de la industria turística acompañada de un
crecimiento económico notable. En este paisaje es perfectamente
entendible que las autoridades subsidien de alguna manera la llegada de
turistas. Es más, es relativamente sencillo estimar qué beneficio deja
un turista y calcular así cuánto se puede pagar para que ese turista
llegue al lugar y deje beneficios.
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El pradigma de las
líneas aéreas estatales subsidiadas que no
cumplieron con sus objetivos declarados fue LAFSA,
ideada por la administración de Duhalde y puesta en
¿marcha? Por Kirchner. En el fondo fue un complejo
subsidio de desempleo disfrazado de línea aérea, que
después del caso de las “narcovalijas” abrió la
puerta para que LAN Airlines entrara en la
Argentina. La foto fue tomada en octubre de 2003,
cuando el presidente Kirchner fue a Aeroparque a
inaugurar los vuelos de Southern Winds Federales. |
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No
sólo ocurre aquí. En Europa muchas comunidades se han abierto a la
operación de las low cost aceptando pagar subsidios para que
lleguen allí. Los ejemplos más destacados son Girona en España y
Charleroi en Bélgica. La autoridad política de la Unión Europea ha visto
con malos ojos estas prácticas, y hay que reconocer que están un paso
adelante (o al costado) de lo que se conoce como prácticas de mercado
puro, pero merecen un análisis cuidadoso, y probablemente lo que
requieran sea reglamentaciones acordes.
Condena de los subsidios
El
sistema de líneas aéreas subisidiadas y reguladas sirvió para que el
transporte aéreo creciera sin sobresaltos hasta los años sesenta o
setenta. Después fue evidente que el crecimiento se estaba estancando, y
esto es lo que explica la cruzada norteamericana por la desregulación.
Los empresarios norteamericanos sienten que crecer es su obligación, y
por eso impulsaron la alternativa.
Y lo
cierto es que nunca el transporte aéreo creció tanto como después de la
desregulación, que llevaba aparejado el concepto tradicional de mercado
libre sin subsidios.
Hasta
que llegaron las low cost europeas de tercera o cuarta generación
como Ryanair e Easyjet (antes los modelos habían sido Laker, People,
Southwest y algún otro), que reinventaron los subsidios y juntaron lo
mejor de dos mundos, la libertad de acción y los fondos estatales.
Evidentemente nadie estaba preparado para esto.
El
caso argentino, que reconoce varias formas de subsidiar adicionales a
las once comentadas aquí, es un buen ejemplo de cómo los subsidios, si
bien reconocen un papel importante en los primeros momentos, generan
estancamiento.
Aerolíneas Argentinas se está reorganizando una vez más sobre la base de
que va a requerir muchos subsidios (ver reportaje a Mariano Recalde en
Mensajero Web). Esperemos que no sea el principio de una nueva decepción.
Diagramas de
rutas domesticas de Aerolíneas Argentinas |
1950 |
2007 |
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Rutas
domésticas declaradas por Aerolíneas Argentinas en el
momento de su fundación (1950) y en 2007. Más allá de
consideraciones que pueden hacerse sobre las aeronaves,
la infraestructura y lo que significaba el servicio
aéreo en uno y otro momento, lo concreto es que en el
primer caso hay 48 escalas en el país y 61 pares de
ciudades unidos, mientras que en el segundo hay 34
destinos y 42 pares de ciudades. Ante esta realidad, es
muy difícil sostener que la empresa estatal subsidiada
sirve efectivamente al federalismo o a la unión
nacional. |
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Buenos Aires 14 de Octubre de 2009
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